Cómo las actividades sociales fortalecen las relaciones y cuidan la salud cerebral

Cómo las actividades sociales fortalecen las relaciones y cuidan la salud cerebral

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16 octubre, 2025
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    El envejecimiento cerebral saludable es uno de los grandes retos actuales de la neurociencia. Diversas investigaciones han demostrado que el papel de las actividades sociales y la calidad de las relaciones humanas va mucho más allá del simple bienestar emocional: contribuye a la resiliencia cerebral, a la prevención de la demencia y potencia la calidad de vida en personas mayores. Este artículo, aborda cómo una vida social activa y el cultivo de relaciones influyen en la salud cerebral, integrando una mirada científica con consejos prácticos para la vida cotidiana. 


    ¿Cuáles son los beneficios de la actividad social y cultural? Fundamento científico y emocional

    Las actividades sociales y culturales representan un potente estímulo para nuestro cerebro y contribuyen al desarrollo de la reserva cognitiva, término usado en neuropsicología. La reserva cognitiva permite compensar los daños neuronales provocados por patologías como el Alzheimer, retrasando así el deterioro funcional. 

    La estimulación derivada de la interacción social fortalece los circuitos cerebrales, promueve la neuroplasticidad y multiplica las oportunidades para experimentar emociones positivas y crecimiento personal. Así, la vida social activa no solo es fuente de placer y vitalidad, sino que, además, se asocia a una reducción objetiva de la discapacidad, de la mortalidad y del riesgo de depresión y demencia.1

    Participar en actividades sociales y culturales, ya sea manteniendo nuestras relaciones personales o creando nuevas, es clave para mantener el cerebro activo y resistente al envejecimiento. 

     

    ¿Cuál es el vínculo entre las actividades sociales y el riesgo de demencia?

    El último informe de la Lancet Commission sobre factores de riesgo modificables de demencia2, destaca que la socialización y el compromiso social son factores clave en la prevención de la demencia.  Señala que el aislamiento social es un factor de riesgo significativo para el deterioro cognitivo y la demencia en la vejez. 

    De ahí, deriva la recomendación de fomentar la participación comunitaria y mantener redes sociales activas para reducir el riesgo de demencia, así como mejorar la salud cerebral en la población mayor. Además, en el informe, se enfatiza la importancia de abordarlo desde un enfoque de ciclo vital, promoviendo la actividad social a lo largo de la vida para maximizar la reserva cognitiva y la resiliencia cerebral. 

    El aislamiento tiende a acusarse en la vejez, pero precisamente en esta etapa resulta crucial fortalecer los vínculos sociales. El intercambio social estimula el lenguaje, la memoria, la empatía y las funciones ejecutivas

    Resulta interesante contrastar el conocimiento científico como forma de progreso y mayor comprensión. Un reciente artículo de la Universidad de California en San Francisco y la Universidad de Boston, basado en datos del UK Biobank —uno de los repositorios biomédicos más detallados y accesibles del mundo—, propone un giro interesante en el paradigma tradicional: en estadios iniciales de la enfermedad de Alzheimer algunas personas pueden incluso expandir su vida social en vez de tender al aislamiento3

    Esto puede deberse a diferentes hipótesis que requieren de mayor investigación; tal vez sea una respuesta intrínseca para tratar de buscar seguridad o compensar dificultades cognitivas emergentes; tal vez sean las personas del entorno que se vuelcan más ante una cierta sensación de que la persona afectada parece tener algunas dificultades. En cualquier caso, esta observación pone el foco en la complejidad del síntoma y en la oportunidad que ofrecen las actividades sociales para mantener la autonomía y ralentizar el deterioro cognitivo. 

    El arte de la calidad y la cantidad de las relaciones sociales

    No se trata únicamente de mantener muchos contactos, sino de potenciar relaciones de calidad. Las amistades cercanas, los lazos familiares sólidos y las relaciones personales satisfactorias aportan mayor felicidad y vitalidad mental. El bienestar derivado de apoyos sociales significativos contribuye a la resiliencia emocional ante situaciones adversas como la jubilación, la viudedad u otras pérdidas personales

    La cantidad de relaciones puede ser tan relevante como su calidad, aunque el número sea reducido. Por un lado, dedicar menos tiempo, pero a relaciones significativas, apunta a un mayor impacto en el bienestar. Sin embargo, se ha señalado que las redes sociales diversificadas y complejas producen mayor enriquecimiento cognitivo y protección ante el deterioro.4 En este sentido, cobran especial relevancia las relaciones con personas de diferentes contextos y edades, lo que pone en gran valor las actividades intergeneracionales

    ¿Cultivar relaciones y tener una alta actividad social ayuda a la resistencia cerebral?

    Diversas teorías explican que la exposición a información social diversa estimula la creación y el refuerzo de nuevas vías neuronales, lo que incrementa la reserva cognitiva y la resiliencia ante el daño cerebral. La participación en contextos distintos, el afrontamiento de situaciones novedosas y la gestión de interacciones complejas requieren niveles elevados de esfuerzo cognitivo.5 

    Los “superancianos” (superagers, en inglés) son personas mayores de 80 años que mantienen una función cognitiva y memoria tan aguda como la de personas tres décadas más jóvenes, según un estudio longitudinal de 25 años liderado por la Universidad Northwestern y Harvard.6 Aunque presentan estilos de vida variados, la mayoría de los “superancianos” comparte un patrón basado en hábitos saludables y una intensa sociabilidad. Mantienen relaciones interpersonales sólidas y se perciben a sí mismos como personas abiertas, empáticas y emocionalmente conectadas. Esta vida social activa parece ser un factor determinante en la preservación de su salud cerebral.

    Neurobiológicamente, los “superancianos” presentan un cerebro con una estructura distinta: poseen una corteza cingulada anterior más gruesa que la de adultos más jóvenes. Esta región desempeña un papel central en la motivación, la toma de decisiones y en el procesamiento emocional y social. 

    Además, tienen una densidad notablemente mayor de neuronas de von Economo, un tipo especial de neuronas gigantes asociadas a la cognición social y la empatía. Se las denomina neuronas en huso por su peculiar forma alargada, y solo están presentes en humanos y algunos otros mamíferos con comportamientos sociales complejos como elefantes y cetáceos. Este tipo de neuronas son importantes por su rapidez y especialización en la transmisión de información social y emocional. Se ha observado su degeneración en enfermedades como la demencia frontotemporal o Alzheimer. 

    ¿Qué ejemplos de actividades sociales se pueden llevar a cabo para mejorar la salud cerebral?

    La clave para mejorar la salud cerebral está en la integración de distintas actividades que aporten estimulación y oportunidad de contacto social. Algunas de las más destacables son:

    • Estudios, cursos y talleres. Aprender algo nuevo, ya sean idiomas, música, cocina, fotografía, manualidades o tecnología. Esto es fuente de estimulación intelectual y permite ampliar el círculo social. En España, casi 60 universidades ofrecen programas para seniors. 
    • Participación cultural. Ir a museos, exposiciones, charlas, conferencias, festivales y clubs de lectura. Estos espacios permiten la interacción y el enriquecimiento cultural.
    • Clubes y asociaciones. Formar parte de colectivos deportivos, lúdicos, culturales o de ocio, combinando la actividad física, cognitiva y social como el baile o el senderismo, o actividades de mesa, como el ajedrez o el bridge). 
    • Voluntariado. Hacer voluntariados ofrece sentido de utilidad social, genera nuevas amistades y fomenta habilidades sociales y cognitivas. 
    • Turismo cultural y naturaleza. Explorar el patrimonio local y realizar salidas en grupo en entornos naturales puede ser una rica fuente de estímulos novedosos y permite fortalecer la red social.
    • Uso inteligente de tecnología. Aunque la interacción presencial es insustituible, Internet y las redes sociales pueden ayudar a mantener y crear vínculos a distancia, especialmente relevante en contextos de movilidad reducida. 

    Es recomendable, pues, reservar tiempo para compartir actividades placenteras (cine, teatro, paseos, cafés), además de probar experiencias nuevas como visitar lugares desconocidos, apuntarse a asociaciones o clubs y hacer voluntariado. Participar en actividades socioculturales no solo ayuda a prevenir el deterioro cognitivo, sino que también mejora el estado de ánimo y fortalece el sentido de propósito vital. 

    ¿Cómo superar obstáculos para llevar una vida social activa?

    Las actividades sociales son muy importantes para enriquecer el día a día de una persona. Sin embargo, hay situaciones en las que es complicado mantener una vida social activa, como son los problemas de movilidad, el miedo al rechazo o la pérdida de seres queridos. Para afrontarlas, pueden ser útiles las siguientes recomendaciones:

    • Priorizar la calidad sobre la cantidad: dedicar tiempo a vínculos valiosos.
    • Buscar actividades adaptadas a los intereses y capacidades personales.
    • Mantener la curiosidad y apertura a nuevas experiencias.
    • Utilizar la tecnología solo como complemento, nunca como sustituto de los encuentros presenciales.
    • Fomentar el apoyo mutuo en círculos familiares y comunitarios.

    Cultivar relaciones y participar en actividades sociales son claves para un envejecimiento saludable

    El fomento de las actividades sociales y la calidad de las relaciones humanas debe considerarse un eje central en la promoción de la salud cerebral, desde el ámbito personal y familiar hasta las políticas públicas. Intervenir sobre la soledad no deseada e impulsar la participación social son estrategias prioritarias para la prevención de demencia y para mejorar la calidad de vida en la madurez. 

    No solo contribuyen a prevenir la demencia: las actividades sociales y las relaciones personales se asocian a mejores indicadores de felicidad, el sentido de propósito y la satisfacción vital. La participación en actividades recreativas y culturales mejora la percepción de autonomía, el autoestima y la integración social. 

    Esta visión integradora y multidimensional se fortalece con el aumento de la evidencia científica disponible, el testimonio de profesionales y la experiencia cotidiana de quienes parecen deber una buena parte de su bienestar durante el envejecimiento a su alta participación en actividades sociales y al logro de cultivar relaciones personales de calidad.

    Preguntas frecuentes

    ¿Qué prácticas se consideran actividades sociales?

    En general, las actividades sociales son aquellas que implican interacción con otras personas, como participar en reuniones, comidas o celebraciones, hacer voluntariado, practicar deportes en grupo, asistir a clases, talleres o eventos culturales. También, colaborar en asociaciones o actividades comunitarias, como la organización de fiestas populares. Su objetivo es fomentar la conexión, la comunicación y el bienestar emocional.

    ¿Cómo se afectan los aspectos sociales con el envejecimiento?

    La afectación de los aspectos sociales con el envejecimiento puede incluir la reducción de relaciones sociales, la pérdida de roles familiares o laborales, una tendencia al aislamiento y cambios en la participación comunitaria. Mantener una vida social activa ayuda a preservar la autoestima, prevenir la depresión y mejorar la calidad de vida en la vejez.

    ¿Cuáles son los principales problemas sociales a los que se enfrentan las personas mayores?

    Los principales problemas sociales con que a menudo se encuentran las personas mayores son el aislamiento, la soledad, la discriminación por edad (edadismo), la pérdida de apoyo familiar y las dificultades económicas. Estos factores afectan su bienestar emocional y reducen su participación activa en la sociedad.

    Referencias y otros recursos de interés

    1. Hsiao, Y. H., Chang, C. H., & Gean, P. W. (2018). Impact of social relationships on Alzheimer's memory impairment: mechanistic studies. Journal of biomedical science25(1), 3. https://doi.org/10.1186/s12929-018-0404-x 
    2. Livingston, G., Huntley, J., Liu, K. Y., et al. (2024). Dementia prevention, intervention, and care: 2024 report of the Lancet standing Commission. Lancet (London, England)404(10452), 572–628. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(24)01296-0
    3. Zimmerman, S. C., Chen, R., Thoma, M., et al. (2025). The Association of Alzheimer's Disease Genetic Risk with Social Connectedness in Middle- And Older-Ages. American journal of epidemiology, kwaf122. Advance online publication. https://doi.org/10.1093/aje/kwaf122 
    4. Perry, B. L., McConnell, W. R., Peng, S., et al. (2022). Social Networks and Cognitive Function: An Evaluation of Social Bridging and Bonding Mechanisms. The Gerontologist62(6), 865–875. https://doi.org/10.1093/geront/gnab112 
    5. Joshi, P., Hendrie, K., Jester, et al. (2024). Social connections as determinants of cognitive health and as targets for social interventions in persons with or at risk of Alzheimer's disease and related disorders: a scoping review. International psychogeriatrics36(2), 92–118. https://doi.org/10.1017/S1041610223000923 
    6. Weintraub, S., Gefen, T., Geula, C., & Mesulam, M. M. (2025). The first 25 years of the Northwestern University SuperAging Program. Alzheimer's & dementia : the journal of the Alzheimer's Association21(8), e70312. https://doi.org/10.1002/alz.70312

    Otros recursos de interés:

     

    Publicado original ¡mente el 23 de septiembre de 2019, actualizado el 16 de octubre de 2025

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