Consejos para hablar del Alzheimer con los niños y adolescentes
La enfermedad de Alzheimer en un ser querido impacta, de una u otra forma, en todos los miembros de la familia. Esto incluye también a los más jóvenes. Por ello es importante contar con algunos consejos para hablar del Alzheimer con niños y adolescentes.
Los más jóvenes pueden sentirse confundidos o asustados ante determinadas reacciones de su abuelo o abuela. Por ejemplo, pueden mostrar frustración ante algunas nuevas conductas o sentirse inseguros acerca de cómo han de comportarse con ellos. Todos estos sentimientos son normales, pero necesitan aprender a manejarlos, al igual que los adultos. Y eso, solo se puede hacer contando con la información adecuada. La falta de información puede generar confusión en niños y adolescentes, provocando que imaginen cosas que pueden ser aún peores que la propia realidad. Esto puede generarles temores o hacerles sentir culpables.
Hablar abierta y directamente con los más jóvenes de la familia sobre el Alzheimer es una muy buena forma de disminuir su desconcierto. Si disponen de información adecuada, veraz y adaptada a su edad, los niños y adolescentes de la familia también pueden implicarse en las atenciones a la persona con Alzheimer, promoviendo que se fortalezca el vínculo afectivo entre ellos. Compartir la información es, además, una buena manera de favorecer la unidad familiar y el apoyo mutuo.
6 consejos para hablar del Alzheimer con niños y adolescentes
Pero, ¿cómo hablar de Alzheimer con los más pequeños de la familia? No hay una fórmula única ni válida para todas las circunstancias, pero se aconseja tener presentes las siguientes recomendaciones:
1. Dar la información de forma clara y concisa
Es importante que entiendan que la conducta de su abuelo o abuela es consecuencia de una enfermedad, no es algo intencionado hacia él o una falta de consideración.
Por ejemplo, un niño puede sentirse incómodo si su abuela, por ejemplo, equivoca su nombre. Conocer el origen de dicha conducta le permitirá que pueda explicar con toda naturalidad a sus amigos que su abuela tiene un problema con la memoria y olvida ciertas cosas. Esto evitará que se sienta mal delante de sus compañeros.
Si sabe acerca de la enfermedad, cuando el abuelo o la abuela se enfade sin motivo aparente, podrá entender que no son sentimientos reales hacia él o ella, sino que es la enfermedad la que provoca esa “agresividad”.
Hay que poner el énfasis en las cosas que la persona con Alzheimeraún puede hacer y animar al niño o adolescente a ayudarla y a colaborar con ella. Siempre que sea pertinente y oportuno, también podemos valernos del humor. A menudo, saber reírse ante ciertas situaciones puede resultar muy terapéutico.
2. La información debe adaptarse a la edad del interlocutor
La información tiene que transmitirse de manera simple y adaptada a la edad del pequeño.
- Es importante, por ejemplo, la entonación y el lenguaje. No es lo mismo dirigirse a un niño de 4 años que a uno de 12, aunque ambos tienen la misma necesidad de saber y de entender lo que pasa en el entorno.
- Probablemente, la primera vez que oigan la palabra “Alzheimer” o “demencia” no conocerán su significado o tendrán una vaga idea sobre qué es. Por eso debemos ajustar o definir los términos para facilitar la comprensión de la enfermedad (por ejemplo, “el abuelo tiene una enfermedad que se llama demencia, su cerebro no funciona correctamente y no puede realizar algunas cosas que hacía antes”).
- También hay que animarlos a plantear dudas y preguntas y, en la medida de lo posible y de forma adaptada a su edad, procurar responderlas, sin saturarlos con más información de la que puedan manejar.
- Debemos procurar ser pacientes ya que, según la edad del niño o niña, se deberán repetir las mismas explicaciones, o buscar formas alternativas de darlas, en múltiples ocasiones.
3. Buscar el momento más adecuado para hablar del Alzheimer con niños y adolescentes
Para explicárselo, es importante saber esperar al momento más oportuno y relajado, con tiempo por delante, para poder atender a sus reacciones.
- Es primordial dejarles tiempo para que hagan preguntas y poder captar sus inquietudes y ayudarles a gestionarlas.
- Un cambio evidente en las rutinas del familiar afectado (por ejemplo, que deje de conducir) puede ser una buena manera de iniciar la conversación.
4. Permitir que afloren sus sentimientos, sin juzgarlos
Para que el proceso de aceptación de la nueva realidad sea lo más natural posible, es vital facilitar y fomentar la expresión de sus sentimientos, haciéndoles entender que lo que sienten no es malo. Es importante que comprendan que si nos muestran lo que sienten, será más fácil que les podamos ayudar a entender las cosas.
Asimismo, hay que tratar de empatizar con ellos, entendiendo la vivencia desde su perspectiva. Es importante asegurarse de que entienden que ellos no tienen ninguna responsabilidad en lo que le sucede a su ser querido.
5. Pensar actividades para realizar conjuntamente
Este puede ser un buen recurso para propiciar el acercamiento entre el niño y el familiar afectado.
- Las tareas rutinarias y más o menos automatizadas pueden ser una buena opción. Por ejemplo, doblar ropa, poner la mesa o regar las plantas.
- Las actividades que ayuden a evocar información del pasado también pueden ser beneficiosas para mejorar la calidad de la relación entre ambos: mirar fotografías, escuchar música o ver alguna película antigua. Todo ello ayudará a que el Alzheimer no sea un obstáculo para que niños y adolescentes disfruten con sus seres queridos.
6. No forzar las situaciones
Por último, si el niño o niña se siente incómodo o asustado por cualquier conducta de su familiar, no hay que forzar que estén juntos. El rato que pasen juntos debe ser agradable. Es preferible encontrar momentos para abordar y ver cómo se pueden manejar las situaciones que más angustian al niño o joven y, si aún así no se siente o no lo vemos preparado para afrontarlas, es mejor procurar evitárselas.
Del mismo modo, y por la seguridad de ambos, hay que estar atentos a cualquier situación que requiera supervisión. No se puede responsabilizar a niños o adolescentes de aquello que no estén preparados para asumir.
Publicado originalmente el 25 de junio de 2018, actualizado el 17 de febrero de 2023.
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