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Hablemos del Alzheimer
El blog de la Fundación Pasqual Maragall
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Praxias: ¿Qué son y cómo estimular estas capacidades cognitivas?


Muchas de las habilidades motoras que nos permiten llevar a cabo actos elementales y cotidianos están tan automatizadas y nos resultan tan sencillas, que no les prestamos ninguna atención.

Sin embargo, cuando se ven impactadas a causa de alguna enfermedad, como el Alzheimer, somos conscientes de su relevancia para el desempeño en las actividades de la vida diaria. Ese es el caso de las praxias, relacionadas con la ejecución precisa y coordinada de actos motores implicados en la realización de muchas actividades. En este artículo hablaremos de ellas, de sus distintos tipos y de cómo estimularlas para mantener su funcionalidad en la vida cotidiana el máximo tiempo posible cuando el Alzheimer hace mella en ellas, provocando un síntoma llamado apraxia.

¿Qué son las praxias?

“Praxias” es el nombre colectivo que recibe un conjunto de capacidades cognitivas que dependen de la praxis: un proceso neurológico por el que la cognición dirige las acciones motoras. Supone la generación y ejecución precisa de movimientos voluntarios para la realización de una acción o la consecución de un objetivo determinado. 

Son muchas las acciones motoras cotidianas resultantes de una buena ejecución de las praxias, como atarse los zapatos, lavarse los dientes, utilizar los cubiertos, apretar un tornillo, soplar las velas de un pastel, decir adiós con la mano, escribir o dibujar, por mencionar algunas.

Tipos de praxias

Puede parecer sorprendente que sean tan diversas las acciones que se ven mediatizadas por las praxias, pero responde a que existen distintos tipos, como los que aquí se refieren:

Praxias ideomotoras

En este tipo se incluye la realización de movimientos simples con una intención, como los gestos comunicativos (decir adiós con la mano, pedir silencio, hacer el saludo militar, decir que no con el dedo…).

Praxias ideatorias:

Permiten la adecuada manipulación de utensilios o herramientas a partir de una ordenada y precisa secuencia de acciones motoras bien coordinadas, requiriendo un correcto conocimiento de para qué sirve y cómo se usa el utensilio en cuestión. Algunas acciones reflejo de las praxias ideatorias son: peinarse, lavarse los dientes, atarse los zapatos, o cortar la carne con cuchillo y tenedor.

Praxias visoconstructivas:

En ellas hemos de considerar la capacidad de planificar y ejecutar los movimientos necesarios para organizar ciertos elementos en el espacio con una finalidad específica, como puede ser realizar un dibujo, aunque sea tan sencillo como hacer un círculo, o construir algo a partir de sus componentes, como un puzle, un rompecabezas o armar un kit de montaje.

Praxias orofaciales:

Estas hacen referencia a la ejecución de movimientos intencionales o gestos con diferentes partes de la cara (labios, ojos, cejas, lengua, mofletes…). Este tipo de praxias se reflejan en actos o gestos tan simples como soplar, apretar los dientes, chascar la lengua, fruncir el ceño o dar un beso.

¿Cómo estimular las praxias para minimizar el impacto de su alteración?

El proceso práxico requiere de la concepción de la idea de lo que se quiere hacer, de la planificación de los movimientos necesarios, de la propia ejecución precisa y coordinada y de una autoevaluación de todo ello. Y todo este proceso depende de una compleja orquestación de funciones cerebrales.

Pongamos como ejemplo la acción de dibujar un círculo: 

  1. Pensamos en dibujarlo (idea).
  2. Con el lápiz en la mano nos dispondremos a plasmarlo en un espacio determinado del papel (planificación).
  3. Aplicaremos la presión y dirección adecuada de nuestro trazo (ejecución) y comprobaremos el resultado (autoevaluación).

En circunstancias normales, realizamos estas acciones sin ningún esfuerzo consciente, simplemente, hacemos las cosas porque el cerebro planifica y ejecuta las acciones motoras necesarias, digamos, de forma automática. 

Actividades útiles para estimular las praxias

  • Manualidades: recortar, doblar papel, pegar…
  • Escribir o dibujar.
  • Bricolaje: serrar, atornillar, clavar, montar…
  • Juegos o kits de construcción, armar maquetas…
  • Costura, hacer punto, bordados, ganchillo…
  • Juegos de mímica: adivinar títulos de películas o canciones mediante gestos, transmitir mensajes solo mediante comunicación no verbal, o imitar movimientos o gestos que realiza otra persona…

La apraxia, habitual en el Alzheimer

La alteración de cualquier forma de praxias se conoce como apraxia y es una consecuencia de una disfunción cerebral como traumatismos craneoencefálicos, accidentes vasculares cerebrales, tumores cerebrales o enfermedades neurodegenerativas que conllevan deterioro cognitivo y demencia. Aunque su impacto se refleja en acciones motoras, el fallo en su ejecución no se explica por problemas de movilidad física o musculoesqueléticos

La apraxia forma parte de los síntomas cognitivos de la enfermedad de Alzheimer. A consecuencia de ella, las praxias pierden ese sustento automatizado al que, en condiciones normales, no damos valor o no le prestamos atención.

Desenvolverse autónomamente en la vida cotidiana requiere llevar a cabo un gran tipo de acciones de movimiento precisas y coordinadas.

Ejemplos de la manifestación de la apraxia

La manifestación de la apraxia se debe a que dada la afectación neuronal, se produce como una desconexión entre la idea de realizar una tarea y la propia ejecución de la misma. Por ejemplo:

  • La persona puede notar y coger los botones (no hay ninguna falta de sensibilidad o de movimiento que justifique que no pueda), pero no puede coordinar el movimiento de los dedos adecuadamente como para conseguir abrochar la prenda de ropa.
  • La persona con Alzheimer se sienta de forma brusca o rara, porque quizás está experimentando confusión acerca de cómo alinear adecuadamente su cuerpo con la silla o el sillón en cuestión, o tal vez tenga francos problemas para emplear los cubiertos adecuadamente. 
  • También puede suceder que, sea por la apraxia o por la alteración de otras funciones cognitivas complejas (como las funciones ejecutivas, que están relacionadas, entre otras cosas, con la secuenciación y la planificación) cometa errores en el orden del vestir y se ponga la ropa interior encima de los pantalones. 

Es difícil aislar un problema apráxico del resto de problemas cognitivos que presenta una persona con demencia. Así, sea por la apraxia o por la agnosia, puede usar un cepillo de dientes para peinarse, sea porque no reconoce adecuadamente el objeto, o porque confunde la forma de uso del mismo y el programa de movimientos asociados.

¿Cómo abordar algunas situaciones concretas debidas a la apraxia?

La persona se frustra por su incapacidad o torpeza para hacer algunas cosas

Observemos qué es lo que no puede hacer para poder ayudarle, siempre tras anunciárselo, en vez de hacerlo por ella.

No quiere hacer actividades de habilidad manual

No se deben proponer, ni esperar que la persona afectada realice, actividades que requieran de una habilidad que la persona ya ha perdido. Es el caso, por ejemplo, de determinadas actividades manuales elaboradas, como puede ser hacer bricolaje o coser. Insistir en ello, probablemente generará malestar y frustración. Es preferible optar por actividades que le resulten fáciles y agradables, para minimizar la apatía

Muestra problemas en la realización de tareas básicas

Ante la aparición de dificultades en las actividades de la vida diaria hay que simplificar. Por ejemplo, podemos:

  • Sustituir los zapatos de cordones por otros de cierre de velcro.
  • Facilitarle que pueda comer con la mano, potenciando así su autonomía en los momentos de la comida, cuando el uso de cubiertos se haya vuelto muy difícil. 
  • También podemos usar “pistas” motoras que desencadenen determinadas actividades. Por ejemplo, darle un toquecito o hacer una suave presión en la parte trasera de las rodillas para que se siente.

Unas actividades las realiza sin problema, mientras que es incapaz para otras

La capacidad para realizar acciones y actividades no se altera en el mismo orden en todas las personas con Alzheimer. Dependiendo de la experiencia previa con cada actividad, o de la intensidad de otros síntomas cognitivos, el patrón de comportamiento puede variar considerablemente. En cualquier caso, es importante  hacer todo lo posible para fomentar la autonomía de la persona afectada el máximo tiempo posible y tratar de potenciar las habilidades conservadas. Por eso es importante no insistir en lo que vemos que obviamente no puede realizar y animarla a seguir haciendo aquello que, aunque sea con ayuda, aún puede hacer.

Lógicamente, las actividades deberán ajustarse a las posibilidades de cada persona según su grado de afectación cognitiva, haciendo primar siempre la seguridad y la promoción de su autoestima. La apraxia puede ser fuente de frustración y ansiedad en quien la padece, pudiendo estar en la base de la manifestación de algunos de los síntomas conductuales de la enfermedad de Alzheimer. 

Categorías: Consejos y cuidados, Alzheimer y demencia

13.06.2023


Acerca del autor

En la Fundación Pasqual Maragall investigamos la detección y prevención de la enfermedad de Alzheimer, promocionamos un envejecimiento saludable y trabajamos para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas y cuidadoras.

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