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Hablemos del Alzheimer
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Autonomía en la enfermedad de Alzheimer: cómo fomentarla en las personas afectadas


Cuando una persona con Alzheimer tiene dificultades para llevar a cabo actividades cotidianas, es normal que quien le cuida acabe haciendo las cosas por ella o termine lo que la persona afectada ha empezado. Aunque así irá mucho más rápido, no ayudará al mantenimiento de las capacidades que esa persona aún tiene preservadas. Por ello, ante estas situaciones, es importante fomentar la autonomía en la enfermedad de Alzheimer.

Las dificultades se deben a la enfermedad

A la persona afectada, la progresiva discapacidad, el no poder hacer bien cosas que eran rutinarias, que le producían satisfacción o, simplemente, que le permitían no depender de otros, puede generarle frustración, desconcierto, inseguridad y temor.

Es fácil que afloren emociones en forma de conductas alteradas, como enfado, ira, irritabilidad, llanto, gritos… Hay que tener claro que estas conductas no reflejan la voluntad de la persona con Alzheimer, sino que son una consecuencia del deterioro cognitivo que padece.

 Sigue estos consejos para cuidar de una persona con Alzheimer

¿Qué podemos hacer para fomentar la autonomía en la enfermedad de Alzheimer?

Ante estas situaciones, hay que intentar ponerse en su lugar y tratar de ver las cosas desde su situación. Esto permitirá a quienes cuidan ser más comprensivos con la persona afectada y entender los beneficios de potenciar su autonomía, puesto que se va a favorecer su autoestima, su sentimiento de utilidad y, en definitiva, su dignidad.

Es muy importante adaptar el entorno físico para prevenir eventuales situaciones peligrosas o accidentes. También es necesario adaptar el entorno humano, facilitando la realización de las actividades y disminuir así la frecuencia y la intensidad de las conductas problemáticas.

Estas adaptaciones, además de favorecer la autonomía de la persona con Alzheimer, también simplificarán la labor de quien cuida y proveerán a ambos de una mayor calidad de vida.

Cómo adaptar el entorno físico

Las adaptaciones del entorno físico tienen que servir para que el espacio en el que se desenvuelve la persona con Alzheimer y los medios que utiliza sean facilitadores y seguros. El domicilio suele ser el espacio donde la persona afectada se desenvuelve con mayor soltura y comodidad, y hay que intentar que esto siga siendo así durante el máximo tiempo posible. 

Las siguientes recomendaciones facilitarán su relación con el entorno y ayudarán a fomentar la autonomía ante los síntomas del Alzheimer:

  • Procurar que el entorno sea sencillo y ordenado. Podemos poner etiquetas o rótulos para facilitar la ubicación de objetos y estancias y evitar cambiar frecuentemente las cosas de lugar.
  • Conservar objetos emocionalmente importantes. Es recomendable, a su vez, eliminar objetos decorativos superfluos, pero mantener aquellos que para la persona afectada puedan ser emocionalmente significativos y favorezcan su orientación e identidad. Pueden ser, por ejemplo, fotos familiares o recuerdos personales.
  • Evitar objetos peligrosos. Es importante apartar de su alcance objetos con los que la persona, accidentalmente, pueda hacerse daño o hacérselo a alguien.
  • Iluminar bien la casa. Es fundamental procurar una adecuada iluminación, evitando penumbras, deslumbramientos o condiciones de baja visibilidad.
  • Añadir sistemas de seguridad en casa. Es conveniente hacer algunas adaptaciones sencillas, como poner sistemas de retención en las puertas para evitar que se cierren solas, acolchar las esquinas de muebles con los que se pueda golpear o eliminar alfombras con las que se pueda tropezar o asegurar su fijación al suelo.

Cómo adaptar el entorno humano

Ante los síntomas del Alzheimer, las adaptaciones del entorno humano hacen referencia a todo aquello que quien cuida, y otras personas próximas a la persona con Alzheimer, pueden hacer para facilitar la interacción con ella y fomentar su autonomía y bienestar. 

El uso de estrategias para promover una adecuada comunicación, sería un ejemplo de adaptación del entorno humano, así como aplicar otras pautas orientadas al desarrollo de las actividades cotidianas. Estas se basan, esencialmente, en el fomento de la empatía, tratando de ponerse en su lugar y no pretendiendo que la persona con Alzheimer se ponga en el de los demás, porque esta es también una capacidad que la enfermedad lleva a perder.

Asimismo, es preciso que quienes cuidan vayan adaptándose poco a poco a las nuevas situaciones. Siempre que sea posible, deben buscar el equilibrio entre la supervisión y la potenciación de la autonomía en aquellas actividades que la persona afectada de Alzheimer todavía pueda desempeñar sola. Es decir, procurar ayudar pero no resolver por ella.

Categorías: Consejos y cuidados

30.08.2022

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Acerca del autor

En la Fundación Pasqual Maragall investigamos la detección y prevención de la enfermedad de Alzheimer, promocionamos un envejecimiento saludable y trabajamos para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas y cuidadoras.

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