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Demencia y agresividad: cómo manejar el comportamiento agresivo

4 min lectura
1 agosto, 2019
Índice de contenidos

    A lo largo de la evolución de la enfermedad puede suceder que la persona que padece Alzheimer tenga episodios agresivos o de agitación. Es importante comprender las posibles causas que pueden llevar a la persona con Alzheimer a este estado para tratar de prevenirlo o, en el caso de no lograrlo, poner en práctica algunas estrategias que puedan resultar útiles para reconducir la situación.

    Agresividad y agitación son términos distintos, aunque la agitación pueda derivar en conductas más o menos agresivas. Por agitación se entiende un estado en el que la persona se muestra particularmente inquieta y preocupada o angustiada, con aparente dificultad para estar quieta y tranquila en un lugar. Es habitual que la agitación cause un frecuente ir de aquí para allá, dificultad para dormir o, incluso, cierta agresividad, ya sea verbal (con gritos, insultos…) o físico (golpear o tirar cosas, o tratar de lastimar a alguien). Estos comportamientos pueden aparecer a consecuencia de una frustración, pero también repentinamente, sin una razón aparente. 

    El comportamiento agresivo de una persona con Alzheimer es seguramente uno de los más difíciles de afrontar y, aunque parezca fácil decirlo, puede ayudar tener presente en todo momento que no está actuando por propia voluntad. 

    Es importante tener presente que, muchas veces, los comportamientos agresivos que pueda presentar una persona con Alzheimer están motivados por una dificultad o incapacidad para expresar una necesidad no atendida, normalmente, por los problemas inherentes que tiene para expresarla. Es clave comprender que no es un ataque o una cuestión personal con quien le cuida, sino una reacción fruto de la enfermedad. Procurar buscar la causa, tratar de reconducir la atención hacia otra actividad y fomentar el bienestar personal de quien cuida son algunas de las estrategias fundamentales para abordar con la máxima eficiencia estas situaciones. 

    ¿Cuál puede ser la causa del comportamiento agresivo de una persona con Alzheimer?

    Con el progresivo deterioro cognitivo, a la persona le resulta cada vez más complejo comprender muchas situaciones y expresar su voluntad, sus deseos, emociones, y malestares. Pero, obviamente, no deja de tener esa necesidad, como cualquiera de nosotros. El comportamiento agresivo en una persona con Alzheimer puede ser una forma de expresión de una necesidad que, por la falta de capacidad de expresarla, no se está atendiendo y le genera malestar, incomodidad, dolor… 

    Esta necesidad no cubierta puede ser tanto de tipo físico (algún dolor, problema de salud, cansancio, sensación de frío o calor…), social (dificultad de comunicación con otros, manera de actuar hacia él o ella de las personas que le rodean, sentimiento de soledad, sentirse abrumado por exceso de gente…) o psicológico (vivencia de una emoción o sensaciones que no sabe expresar: aburrimiento, tristeza, confusión…). 

    A menudo, por tanto, una persona con Alzheimer puede estar tratando de comunicar mediante la conducta algo que no es capaz de hacer mediante el lenguaje y la expresión convencional, puesto que su deterioro cognitivo se lo impide. Por eso, tal vez la agresividad sea una forma de expresión de la frustración por una necesidad que no tiene resuelta. 

    A veces, la agitación o la agresividad no responden a una causa modificable y, tal vez, cuando los intentos de identificar el motivo y tratar de solventarlo no son útiles, puede ser necesario la indicación de una medicación para prevenir estas situaciones, algo que, lógicamente, deberá valorar y decidir el especialista médico de referencia. 

    ¿Cómo reaccionar ante la posible agresividad?

    En caso de encontrarnos ante una reacción o un comportamiento agresivo por parte de una persona con Alzheimer puede ser de utilidad seguir las siguientes recomendaciones: 

    • Procurar identificar la causa desencadenante, pensando en qué ha sucedido justo antes de la reacción agresiva y ver si puede haber alguna relación, bien para cambiar la situación o para evitarla en el futuro.
    • Descartar que pueda haber una causa física que genere malestar: dolor, fiebre, calor, frío, etc.
    • No tomárselo como una cuestión personal hacia nosotros y no irritarse.
    • Potenciar la empatía, tratando de acercarse a la realidad de la persona con Alzheimer, usando un tono de voz lo más tranquilo que se pueda y tratando de contrarrestar su agitación y, si nos lo permite, ayudarse del contacto físico suave y afectuoso. 
    • Tratar de llevar su atención a otro contexto u otra actividad distinta a la del momento en que se ha desencadenado la reacción agresiva. 
    • Tener a mano objetos personales o fotografías que puedan facilitar la orientación en un momento de confusión, así como asegurar condiciones de iluminación adecuadas. 
    • Garantizar la seguridad, tanto la propia como la de la persona con Alzheimer. Si la reacción conlleva agresividad física es importante mantener cierta distancia con ella y emplear un tono de voz sereno y tranquilizador, procurando dirigir su atención hacia algo que le pueda resultar agradable o placentero. Si la situación se complica o se mantiene y se tiene la sensación de no poder controlarla, es recomendable llamar a Emergencias.

    El bienestar de la persona cuidadora es clave para manejar estas reacciones

    Las reacciones agresivas o los comportamientos agitados están entre las cuestiones que más estrés y ansiedad suelen generar a la persona que principalmente se ocupa del cuidado de alguien que padece Alzheimer. Para poder aumentar las posibilidades de éxito en su manejo, es fundamental que la persona cuidadora atienda también a su bienestar, dedicándose un tiempo a sí mismo y no olvidando tener sus espacios de ocio y placer. 

    En los momentos que rodean a un episodio de agresividad puede resultar muy útil tener estrategias para controlar la ansiedad, como la técnica de respiración profunda, algo que se puede aprender fácilmente, y aplicarlo en esas situaciones. Para potenciar los recursos personales y sentirse apoyado puede resultar de gran utilidad acudir a grupos de apoyo o participar en un grupo terapéutico para personas cuidadoras familiares de personas con Alzheimer. 

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