Gestionar el desconfinamiento con una persona con Alzheimer
Tras muchas semanas en total confinamiento a causa de la pandemia de la COVID-19 y la consiguiente alarma sanitaria, ahora nos encontramos ante una nueva realidad: la del desconfinamiento progresivo y desescalada hacia lo que se le ha llamado “nueva normalidad”.
El proceso vivido ha requerido de una gran capacidad de adaptación, tratando de vencer, además, los sentimientos de incertidumbre, miedo, desconcierto, o ansiedad. Nuestra vida cotidiana se vio bruscamente interrumpida por el obligado confinamiento y los efectos de esta alteración de rutinas fueron particularmente impactantes en algunos colectivos, como el de las personas con Alzheimer y sus familias.
Desde el momento en que se empezó a permitir la salida a la calle en horarios regulados se ha detectado un aumento del número de personas mayores que se desorientan y se pierden, un 50% de las cuales son personas con Alzheimer. En Cataluña, los Mossos d’Esquadra, junto a la Federación de Asociaciones de Familiares de Enfermos de Alzheimer (FAFAC) han advertido de este hecho y han puesto en marcha diversas medidas de prevención adaptadas a la actual situación de emergencia, como la difusión de consejos de seguridad y el seguimiento y protección de las personas afectadas.
En este artículo resumiremos las orientaciones recomendadas por las autoridades policiales y las asociaciones, junto con otros consejos que ofrecemos desde el Área Social y de Divulgación de la Fundación Pasqual Maragall para afrontar, de la mejor forma posible, el gradual desconfinamiento y el retorno a la nueva normalidad.
Consejos prácticos para gestionar el desconfinamiento de la mejor manera posible
Transitar hacia la nueva normalidad es una acción necesaria para volver a retomar autonomía y disfrutar de algunos placeres cotidianos que nos arrebató el confinamiento. Pero este retorno cuenta con una serie de normas y restricciones que pueden resultar particularmente complejas de cumplir para una persona con Alzheimer. Desde el Área Social y de Divulgación de la Fundación Pasqual Maragall sugerimos algunos consejos para procurar facilitar la transición, adaptando la información y comunicación a la situación individual en función de la fase de la enfermedad:
- Uso de mascarilla. Llevar algo cubriendo nariz y boca suele resultar incómodo y a la persona con Alzheimer le puede resultar difícil inhibir la tendencia a quitársela. Con el objetivo de que se habitúe a llevarla y a verla en otros, puede utilizarse a ratos en casa (tanto la persona con Alzheimer como nosotros), procurando hablar y hacer cosas con normalidad mientras se lleva puesta.
- Nuevas formas de saludar. Hasta que podamos recuperar los besos, abrazos y apretones de manos como formas de saludo, hay que recurrir a alternativas que eviten el contacto físico, como saludar con un movimiento de la mano o las nuevas modalidades surgidas a raíz de la pandemia, como chocar los codos o los pies, algo que también podemos practicar en casa.
- Higiene de manos. Las autoridades sanitarias advierten de la importancia de minimizar el contacto con objetos, particularmente fuera de casa, y evitar tocarse la cara, por el riesgo de infección por coronavirus que conlleva no cumplir estas condiciones. La recomendación de usar guantes ha ido cayendo en desuso por la falsa seguridad que puede comportar, favoreciendo un mayor contacto con objetos y una arriesgada relajación al respecto. Por eso, es preferible procurar evitar que la persona con Alzheimer toque cosas (dándole nosotros la mano, por ejemplo) y llevar encima un bote de solución hidroalcohólica y facilitarle el lavado de manos con ella cada vez que sea necesario.
- Procurar que la persona con Alzheimer salga acompañada. Aunque antes del estado de alarma saliera sola porque su fase de la enfermedad lo permitiera, ahora hay que atender a los cambios del entorno que hemos referido antes, además de a toda una serie de restricciones y normas que le pueden resultar particularmente complejas y favorecer su desorientación, o incluso generarle alguna situación desagradable porque alguien pueda recriminarle alguna conducta que contravenga las normas establecidas. En cualquier caso, para minimizar riesgos si se desorientara, es importante que lleve encima algo que facilite su identificación, desde una fotocopia del DNI a una pulsera, o una placa en una cadena con su nombre y un teléfono al que pueda llamar quien le preste ayuda.
- Integrar las salidas en las nuevas rutinas. Tras la ruptura con las rutinas habituales que sobrevino con el confinamiento, probablemente habremos generado unas nuevas, adaptadas a esta situación. Ahora ha llegado el momento de reincorporar las salidas a la calle en la programación de actividades a realizar en el día a día y procurando darle un mayor protagonismo a la actividad física de la que le pudimos dar estando confinados en casa.
Velar siempre por la seguridad
Los Mossos d’Esquadra y la FAFAC advierten de los riesgos de seguridad a los que las personas con Alzheimer se ven expuestas y que, en la situación actual, pueden verse particularmente incrementados. Por ejemplo, existe un mayor riesgo de desorientación, puesto que el entorno ha cambiado durante el estado de alarma y el confinamiento: han cerrado tiendas, hay menos gente en la calle y la que hay lleva mascarilla y guantes. Por otro lado, la situación ha favorecido la aparición de oportunistas que pretenden aprovecharse de los más vulnerables. Por eso es fundamental procurar evitar que se relacionen con desconocidos, pues la policía ha detectado casos en que alguien se acerca a ellos con la supuesta intención de ayudar, ya sea con la compra o encargos, cuando lo que pretende es ganarse su confianza para acceder a su domicilio, o bien acompañarlos a sacar dinero del banco. Si esto ocurre, debe ponerse en conocimiento de la policía inmediatamente.
La red de vecinos y comerciantes del entorno de la persona con Alzheimer puede actuar como radar para detectar situaciones de riesgo, avisando a la familia si se observan cambios bruscos o acusados en el comportamiento de esta persona. Además, los vecinos también pueden alertar si detectan que un desconocido intenta acercarse a la persona vulnerable con la intención de ganarse su confianza y estafarla, cosa que también hay que comunicar a la policía sin demora.
Atender a las emociones que puede generar el desconfinamiento
Cuando se decretó el estado de alarma, tuvimos que confrontarnos a una serie de emociones derivadas de no saber qué iba a suceder, cómo nos íbamos a adaptar a esta situación, cómo la sobrellevaría nuestro ser querido con Alzheimer… Y ahora debemos abordar otra serie de inquietudes relacionadas con este progresivo camino hacia la nueva normalidad. Es probable que, ya sea en nosotros mismos o en nuestro ser querido con Alzheimer, se despierten temores, incertidumbre o ansiedad ante algo que, hace muy poco, anhelábamos: la posibilidad de salir a la calle.
El temor al contagio, o a no ser capaz de cumplir con las restricciones, sin embargo, puede generarnos malestar emocional y, por ello, podemos reaccionar tratando de evitar la situación y resistirnos a salir. Con esta conducta, no obstante, se incrementarán los pensamientos negativos y la sensación de miedo, porque estaremos alimentando la creencia de que lo que sucederá será negativo. No nos estaremos dando, por lo tanto, la oportunidad de confrontarlo con la realidad y descubrir que no tiene por qué ser así. Para eso, es necesario exponerse a la situación que nos genera miedo o angustia, en este caso, salir a la calle y retomar ciertas actividades. Si sentimos esta aprensión es importante abordar las salidas de forma gradual, saliendo primero a dar pequeños paseos cerca de casa, ir a comprar el pan en la panadería del barrio, o procurando encuentros en grupos reducidos con familiares, vecinos o amigos. Ante la comprobación de que no se cumplen nuestros presagios, poco a poco, la ansiedad irá disminuyendo y las salidas se irán normalizando de nuevo. Recordemos, además, la importancia para la persona cuidadora aprender a relajarse.
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