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La gestión de conductas disruptivas que pueden presentar las personas con enfermedad de Alzheimer

6 min lectura
21 agosto, 2024
Índice de contenidos

    La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por la presencia progresiva de una serie de síntomas cognitivos y conductuales. Como consecuencia de la evolución de estos síntomas, a menudo aparecen conductas disruptivas, que pueden suponer un desafío significativo tanto para las personas cuidadoras y los familiares, como para los profesionales de la salud. 

    En este artículo hablaremos de qué se entiende por conductas disruptivas, de algunas de las más frecuentes y de cómo abordarlas para tratar de hacer más llevadero el día a día, tanto de las personas con Alzheimer como de quienes cuidan de ellas. 

    ¿Qué son las conductas disruptivas?

    Las conductas disruptivas son comportamientos que interrumpen y son fuente de malestar durante el desarrollo normal de una actividad, causando distracción, desorden o problemas de diversa índole. Las conductas disruptivas pueden resultar perturbadoras, peligrosas o difíciles de manejar, en función del tipo de conducta y la situación en la que se produzca. 

    Algunos ejemplos de situaciones que pueden llegar a ser conductas disruptivas son: la deambulación sin motivo aparente, la agresividad, las alucinaciones, los delirios, la resistencia a los cuidados o las conductas sexuales inapropiadas. 

    Su manifestación depende de muchos factores y es muy variada entre personas y entre distintas fases de la enfermedad de Alzheimer. Entre las más habituales que pueden aparecer en algún momento, destacan las siguientes: 

    Agresividad

    Puede manifestarse con gritos, insultos o agresiones físicas hacia las personas cuidadoras, familiares u otras personas del entorno. Incluye hacer acusaciones falsas y utilizar lenguaje inapropiado o amenazante. En algunos casos, esta agresividad puede tornarse en acciones verbales o físicas de distinto grado de violencia: golpear, empujar, arañar o morder, por ejemplo.

    Inquietud y deambulación

    La deambulación sin motivo aparente implica caminar sin rumbo, lo que puede llegar a ser peligroso si la persona se pierde o se desplaza por áreas inseguras, lo que aumenta el riesgo de caídas y accidentes. Asimismo, la inquietud puede manifestarse como una necesidad constante de moverse, retorcerse o frotarse las manos.

    Comportamientos repetitivos

    Estos pueden incluir la repetición de palabras, frases o preguntas una y otra vez. También pueden manifestarse como acciones repetitivas, como mover objetos de un lugar a otro constantemente. La persona puede gritar o llamar la atención de manera constante y sin una razón aparente, lo que puede ser agotador para quienes cuidan.

    Delirios y alucinaciones

    Las alucinaciones más frecuentes, si aparecen, suelen ser visuales o auditivas, donde la persona ve u oye cosas que no están presentes. En realidad, en muchos casos no son disruptivas y es suficiente con transmitir tranquilidad a la persona con Alzheimer. 

    Por su parte, los delirios son creencias falsas, como pensar que alguien está robando sus pertenencias o que su cónyuge le está siendo infiel. Los delirios pueden llevar fácilmente a conductas disruptivas, por lo que es importante tratar de identificar lo que puede estar motivándolos, no discutir con la persona y tratar de minimizar la posible causa. 

    Conductas sexuales inapropiadas

    Las conductas sexuales inapropiadas se manifiestan mediante acciones relacionadas con la esfera íntima que no se ajustan a las normas sociales y pueden causar incomodidad a las personas cuidadoras o a quienes se encuentren cerca de la persona con Alzheimer en ese momento. Por ejemplo, realizar tocamientos a personas con las que no mantiene una relación afectiva o manifestaciones de carácter sexual o íntimo a su pareja, pero en momentos o lugares inapropiados. 

    Resistencia a los cuidados

    La persona puede negarse a realizar actividades diarias como bañarse, vestirse o comer. Esta resistencia puede estar acompañada de comportamientos agresivos o defensivos. 

    Estas conductas son el resultado de los cambios patológicos en el cerebro de las personas con demencia, que afectan su capacidad para procesar información, comunicarse y controlar sus emociones​​. Abordarlas adecuadamente requiere comprensión, empatía y estrategias efectivas para manejar cada situación específica, como veremos más adelante.

    ¿Qué causa las conductas disruptivas?

    La naturaleza y la manifestación de estas conductas puede variar en intensidad y frecuencia, y pueden llegar a afectar significativamente la calidad de vida de la persona con Alzheimer y de quienes le rodean. Entender las causas de este tipo de conductas es crucial para facilitar su manejo. 

    Las causas de las conductas disruptivas pueden ser multifactoriales, incluyendo aspectos biológicos, genéticos y ambientales. 

    • Las alteraciones en el cerebro, características de la enfermedad de Alzheimer, son responsables de muchas de las conductas disruptivas. La degeneración neuronal afecta a áreas del cerebro responsables del control del comportamiento, la memoria y las emociones. 
    • La afectación de la función ejecutiva impacta en la capacidad de autocontrol y el deterioro de la regulación emocional, lo que deriva en incapacidad de inhibir reacciones o impulsos, dando lugar a algunas de las conductas disruptivas mencionadas. 
    • Los factores físicos como infecciones de orina, dolor, efectos secundarios de medicamentos y estreñimiento también pueden desencadenar o exacerbar estas conductas​. Algunas de estas situaciones pueden ser también causa de un síndrome confusional

    Por ese motivo, siempre que la persona con Alzheimer muestre un cambio brusco de comportamiento, se muestre muy agitada o desorientada, se debe realizar una consulta médica para poder determinar bien su origen y las opciones de tratamiento. 

    Finalmente, hay que tener en cuenta que el entorno juega un papel significativo en el comportamiento. Factores como el nivel de ruido, cambios en el ámbito familiar, la falta de rutina, y el aislamiento social pueden contribuir a la aparición de conductas disruptivas​. Además, la sobreestimulación o la falta de estímulos adecuados pueden causar confusión y agitación.

    Estrategias para el manejo de conductas disruptivas

    Manejar las conductas disruptivas que pueden presentar las personas con Alzheimer requiere un enfoque multifacético, centrado en la comprensión de la realidad que vive la persona afectada y la adaptación del entorno. A continuación, se ofrecen algunas estrategias efectivas que se pueden implementar en el día a día:

    Establecer rutinas y crear un entorno adecuado y seguro

    Las rutinas diarias predecibles ayudan a las personas con Alzheimer a sentirse más seguras y menos confundidas. Un entorno bien organizado puede facilitar el desempeño de la persona en sus actividades diarias, reduciendo la posibilidad de aparición de conductas disruptivas. Es esencial asegurarse de que el entorno esté libre de objetos peligrosos y sea tranquilo.

    Atención a lo significativo para la persona

    Involucrar a la persona con Alzheimer en actividades que sean significativas para ella puede mejorar su bienestar y minimizar la aparición de conductas disruptivas. Las actividades que conllevan reminiscencia, que implican recordar eventos pasados, y la musicoterapia, que utiliza la música para evocar recuerdos y emociones positivas, han demostrado ser beneficiosas​. 

    Redirigir la atención

    En lugar de enfrentarse con la persona por su comportamiento, es preferible desviar su atención hacia una actividad diferente, lo que permitirá alejarse del foco de origen de la conducta y facilitará reconducirla de forma más amable para todos. 

    Importancia de una comunicación empática

    La comunicación empática es fundamental para manejar las conductas disruptivas. Escuchar con atención, mantener el contacto visual y usar un lenguaje corporal que transmita calma puede ayudar a reducir la posible irritabilidad o agresividad de la persona con Alzheimer. También es clave adaptar la forma de comunicación según sus capacidades, utilizando frases cortas y claras. 

    Mantener la calma

    Es importante que las personas cuidadoras mantengan la calma, ya que las emociones pueden ser “contagiosas”, es decir, influir en el comportamiento de la persona a quien se cuida. Por tanto, si la persona cuidadora se muestra calmada, será más fácil que la persona con Alzheimer se calme y se evite la escalada de las conductas disruptivas a situaciones fuera de control​. 

    Educación y apoyo a las personas cuidadoras

    Proveer educación y apoyo continuo a quienes cuidan es esencial para saber cómo abordar las conductas disruptivas. Las personas cuidadoras necesitan conocer las características de la enfermedad y las mejores prácticas para manejar las situaciones cotidianas con las que se encuentran, así como contar con un sistema de apoyo que les permita descansar y cuidar de su propia salud, mental y física. 

    Involucrar a profesionales de la salud, participar en grupos terapéuticos o psicoeducativos y acceder a recursos comunitarios puede proporcionar estrategias adicionales y alivio ante las conductas disruptivas de la persona con Alzheimer. 

    En algunos casos, y normalmente de forma temporal, puede ser necesario el uso de medicamentos para manejar las conductas disruptivas. Sin embargo, el abordaje farmacológico no debería ser la primera opción y, en cualquier caso, es precisa la indicación y supervisión médica. Por ello, es importante solicitar una consulta médica ante situaciones de difícil manejo. 

    Las conductas disruptivas que pueden aparecer a lo largo de la evolución de la enfermedad de Alzheimer pueden suponer un reto significativo, pero, como hemos visto, con la comprensión adecuada y estrategias de manejo efectivas, es posible mejorar la calidad de vida tanto de las personas afectadas como de quienes las cuidan. 

    Referencias y enlaces de interés

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