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¿Por qué no es recomendable llevar la contraria a una persona con Alzheimer?

4 min lectura
1 agosto, 2022
Índice de contenidos

    Llevar la contraria a una persona con Alzheimer puede provocar en ella reacciones de irritabilidad o frustración y una situación de tensión con quien la cuida o con otros seres queridos.

    En este artículo trataremos de desgranar por qué sucede esto y se aportarán algunas sugerencias para minimizar el estrés en situaciones en que la realidad de la persona con Alzheimer esté alejada de la de quienes le rodean

    No es recomendable ni práctico llevar la contraria a una persona con Alzheimer 

    El progresivo deterioro cognitivo que experimenta una persona con Alzheimer provoca que su visión y percepción de la realidad se vaya transformando, dejando de ser igual a como la concebimos el resto. Eso no es fácil de comprender y es algo que cuesta mucho de asumir por quienes rodean a la persona afectada, pero ella interpretará el mundo desde su realidad actual, por más que pretendamos que sea de otra forma. 

    Es fácil catalogar algunas cosas que dice una persona con Alzheimer como “tonterías” o “sin sentido” y la tendencia natural es llevarle la contraria o tratar de hacerla razonar. pero eso será, en la mayoría de ocasiones, una batalla perdida que puede contribuir a incrementar la sensación de sobrecarga de la persona cuidadora y favorecer una conducta alterada en la persona con Alzheimer. 

    La alteración de la memoria y de otras capacidades cognitivas interfiere en su interpretación de la realidad y la adecuación de la respuesta o las reacciones a lo que sucede a su alrededor. 

    Es mucho más práctico y beneficioso para todas las partes implicadas aceptar lo que comporta el diagnóstico de Alzheimer y la progresión de la enfermedad que resistirse a ello y llevar la contraria a la persona con Alzheimer. Pero eso no es fácil. Por eso, sin existir fórmulas infalibles, damos a continuación algunas ideas que pueden ayudar.

    Controlar la reacción al deterioro cognitivo de la persona con Alzheimer

    La mejor actitud que podemos adoptar es la de tratar de comprender la situación actual de nuestro ser querido y adaptar nuestra respuesta a ella. La enfermedad de Alzheimer comporta una serie de síntomas cognitivos que afectarán a capacidades tan diversas como la retención de nueva información, a la recuperación de recuerdos, a la orientación en tiempo, espacio y persona, al razonamiento, a la identificación de objetos y personas, al uso adecuado del lenguaje, o la comprensión verbal. 

    Todo ello hace que la vivencia y la percepción del entorno y de lo que le sucede sea muy distinta a como había sido siempre. y, aun siendo difícil de aceptar, hemos de tratar de comprender que, desde su realidad actual, lo que dice, para ella, es verdad y lo que siente, también. No es realista esperar que por llevar la contraria a una persona con Alzheimer esta va a volver a concebir el mundo como nosotros o que cambie su percepción. No podemos evitar o controlar la progresión del deterioro cognitivo que padece, pero sí cómo reaccionemos a ello. 

    Alternativas para no llevar la contraria a una persona con Alzheimer

    Proponemos a continuación algunas respuestas alternativas o más recomendables a llevar la contraria a una persona con Alzheimer partiendo de algunas situaciones, a modo de ejemplo, con las que nos podemos encontrar:

    Parece que se inventa cosas

    Tal vez la persona con Alzheimer nos cuente que, recientemente, quizás  solo un rato antes, ha venido de visita a casa un familiar determinado, cuando eso es algo imposible, porque esa persona vive lejos o quizás haya fallecido. 

    Probablemente, la persona está confundiendo contenidos de sus recuerdos con la realidad actual y, por eso, parece que se lo invente, pero, para ella, en ese momento, es como si el hecho fuera real. 

    Ante esta situación, en lugar de llevar la contraria a la persona con Alzheimer tratando de hacerla razonar para que entienda que no es posible, es preferible preguntarle si echa de menos a ese familiar y dedicar unos minutos a recordar algún momento gratificante vivido con esa persona.

    “¡Esta no es mi casa!”

    Puede que la persona no reconozca su casa como tal, como su hogar, y que ello se deba a que los recuerdos antiguos se muestran mucho más consistentes que los más actuales, puesto que la memoria, en estos casos, se va deteriorando siguiendo esta tendencia progresiva. 

    Así pues, es fácil que su recuerdo de hogar  esté relacionado con su casa de la infancia o la juventud y por eso, en un momento dado, no perciba su casa actual como tal. También puede ser una expresión de desasosiego e intranquilidad y está manifestando necesidad de sentir seguridad. 

    De nuevo, tratar de convencerle mediante la lógica o el razonamiento y llevarle la contraria, seguramente, no será efectivo. Es más recomendable procurar tranquilizarla, mediante el afecto y la calma, diciéndole, si es preciso, que pronto estará o iremos a casa (como una forma de conducirlo a la serenidad) y tratar de distraer su atención hacia algo que le resulte placentero o agradable, tal vez ayudándonos de la música, fotografías u otros objetos personalmente significativos

    “¿Quién es esta nueva amiga que viene contigo?”

    Imaginemos la siguiente situación: llegamos a casa acompañados de otro miembro de la familia, por ejemplo, una hermana de la persona con Alzheimer. No la reconoce y, por tanto, para ella es una persona nueva y nos pregunta quién es o nos pide que se la presentemos. 

    En lugar de llevar la contraria a la persona con Alzheimer, confrontándola con su déficit cognitivo que la lleva a no reconocer a un familiar, digámosle, tratando de no demostrar nuestra sorpresa por su error, algo como: “¡Mira, ha venido tu hermana Marta a verte!” y si, aun así, expresa extrañeza hacia ella, se procurará empezar a interactuar con naturalidad sin darle más importancia a la dificultad de reconocimiento

    En resumen, desde el afecto y la empatía, antes que llevar la contraria a una persona con Alzheimer será mucho más facilitador para la aceptación de la situación y la fluidez de la relación, hacer el esfuerzo de comprender que la realidad de la persona con demencia es distinta a la nuestra y sus acciones y reacciones están mediadas por su percepción actual. 

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