Las vacaciones de verano son un periodo muy esperado: viajes, días de playa, momentos de relax, visitas culturales… Pero quienes cuidan de personas con Alzheimer no suelen tener un periodo de descanso, ya que la enfermedad no da tregua y atender las necesidades de la persona afectada requiere de su dedicación, casi exclusiva, todos los meses del año.
En este artículo, queremos ofrecer algunas recomendaciones para que las personas con Alzheimer y sus cuidadores puedan disfrutar en verano de unos días de desconexión que serán beneficiosos para ambos.
Verano y Alzheimer: algunos consejos
1.- Ante la duda, consultar a los profesionales
Al margen de las recomendaciones que damos en este artículo, hay que tener presente que cada caso puede requerir de indicaciones concretas.
Los profesionales expertos que asisten regularmente a la persona con Alzheimer son quienes mejor pueden aconsejar acerca de cómo pasar el verano en estas circunstancias, si es idóneo realizar un viaje, o la necesidad de moderar los cambios. Ante cualquier duda, es importante consultar con el médico especialista o con otro profesional de referencia.
2.- Dosis extra de paciencia
Con el objetivo de procurar el máximo bienestar durante las vacaciones, tanto de la persona con Alzheimer como de quien la cuida, más que nunca, es clave evitar los enfrentamientos.
Los expertos aseguran que, aunque la persona no pueda recordar los detalles de la discusión que ha tenido hace un rato con quien le cuida, o con cualquier otra persona, sí puede sentir las emociones negativas que haya experimentado, pudiéndose sentir intranquilo cuando parezca que todo ha pasado. Por ello, se recomienda intentar colmarse de paciencia, ser empáticos con su posible confusión y no enfadarse para evitar esta carga negativa de emociones.
3.- Intentar mantener las rutinas
“Verano” y “Alzheimer” son dos términos aparentemente contrarios y difíciles de equilibrar. No obstante, a pesar de la relajación de los horarios de verano, es importante que algunas rutinas se mantengan, como los horarios de las comidas o las horas de sueño.
4.- Limitar los compromisos sociales
Las vacaciones invitan a una actividad social más intensa y es usual que en verano tengamos más compromisos sociales en la agenda. Estos cambios de entorno y de compañía pueden aumentar la confusión de la persona con Alzheimer.
Así, por ejemplo, si se decide que la persona con Alzheimer pase las vacaciones en periodos divididos entre diferentes familiares, es aconsejable procurar minimizar la frecuencia de cambios. Por ejemplo, es preferible que pase dos semanas seguidas en casa de un hijo y las dos siguientes en casa del otro, en vez de alternar una semana en cada casa.
5.- Facilitar el proceso de adaptación al nuevo entorno
La adaptación a un nuevo entorno puede ser complicado para una persona con Alzheimer y puede provocar que se sienta desorientada ante un cambio de casa o de habitación. Es recomendable pensar en cómo podemos facilitar este proceso.
Por ejemplo, por la noche, podemos dejar alguna luz encendida para evitar accidentes si la persona se encuentra desorientada. O llevar al nuevo espacio algún objeto que forme parte de su entorno cotidiano, como el cojín con el que duerme la siesta en el sofá o la fotografía que está siempre en el mueble del comedor.
Además, hay que pensar que, en un entorno no habitual, la persona con Alzheimer puede desorientarse con más facilidad, por eso es recomendable proporcionarle algún elemento de identificación, como una pulsera o una medalla donde se indique su nombre y un teléfono de contacto, o bien recurrir a dispositivos electrónicos con GPS que puedan indicar su ubicación en caso de que sea necesario.
6.- El entorno también tendrá que adaptarse
Si la persona con Alzheimer va a pasar un tiempo con un familiar con quien no convive habitualmente, hay que asegurar que conozca las costumbres y rutinas básicas de su día a día y que intente mantenerlas.
En el caso de que las vacaciones sean en un hotel o apartamento, es aconsejable avisar al personal para que estén al corriente de la situación para evitar posibles malentendidos o situaciones comprometidas y asegurar que la persona pueda sentirse tranquila y bien acogida.
7.- El cuidador también necesita vacaciones
La persona cuidadora tiene un “trabajo” las 24 horas del día, los 7 días de la semana, todos los meses del año, incluidos los vacacionales. Quien cuida también tiene derecho a descansar y relajarse, ya que a menudo deja de lado sus propias necesidades para centrarse completamente en la atención de la persona con Alzheimer.
El verano puede ser un buen momento para facilitar que la persona cuidadora pueda descansar y desconectar: cambiar de entorno, salir a tomar una café, nadar, hacer un poco de ejercicio… pero para ello es necesario pedir ayuda y movilizar a familiares y amigos para garantizar entre todos que la atención de la persona con Alzheimer quede cubierta y el cuidador pueda relajarse.
8.- Mantener la comunicación familiar
El objetivo es que tanto la persona con Alzheimer como quien la cuida pasen un verano lo más agradable posible, lo que repercutirá en su bienestar. Una buena comunicación entre la persona cuidadora y el resto de la familia es fundamental para llegar a acuerdos que liberen un poco al cuidador principal de la atención hacia la persona con Alzheimer.
Quien cuida ha de poder expresar abiertamente a las personas de su entorno tanto las necesidades de la persona enferma como las propias, para así encontrar soluciones que sean beneficiosas para todas las partes.
9.- Ayudar a la persona afectada a combatir el calor
En verano, las personas con Alzheimer pueden ser especialmente vulnerables al calor. Debido a su alteración cognitiva es probable que no sepan interpretar adecuadamente las señales de su cuerpo, como por ejemplo las sensaciones de frío o de calor. Es importante prestar especial atención a las recomendaciones habituales ante las altas temperaturas para evitar complicaciones derivadas, por ejemplo:
- Supervisar la elección de la ropa y elegir la más adecuada.
- Vigilar la adecuada hidratación en todo momento (bebiendo agua, tomando fruta, tratando posibles diarreas…)
- Evitar largas exposiciones al sol (y, particularmente, en las horas centrales del día).
- Utilizar protector, gorra o sombrero en el exterior.
- Procurar una temperatura fresca y agradable en los espacios interiores.
10.- Desconectar y disfrutar de las vacaciones es posible
El verano y el Alzheimer pueden ser compatibles si se siguen ciertas pautas. Tal y como dice la Dra. Nina Gramunt, neuropsicóloga de la Fundación Pasqual Maragall: “El verano ofrece diversas opciones que podemos convertir en oportunidades, garantizando el bienestar de la persona enferma y facilitando que el cuidador pueda descansar y tener su propio tiempo de ocio”.
“Verano” y “Alzheimer” no tienen por qué ser un trasiego. Tener a un ser querido con la enfermedad de Alzheimer puede conllevar que las vacaciones no puedan ser como seguramente desearíamos. Esto, sin embargo, no quiere decir que no haya formas para poder que el cuidador disfrute de tiempo para atender sus propias necesidades de relajación y cuidado personal y, en definitiva, para procurar que estos días comporten beneficios tanto en la persona afectada como para sus familiares. En la guía Consejos para cuidadores familiares de personas con Alzheimer encontrarás algunas pautas y propuestas más para aprender a manejar estas y otras situaciones.