¿Cómo influye la actitud positiva en nuestro bienestar?
Es bien conocida la influencia que nuestra actitud ejerce sobre nuestro bienestar, no en vano es algo muy estudiado desde la Psicología. Está claro que hay situaciones que no podemos cambiar, independientemente de cuál sea nuestra actitud hacia ellas. Pero es igualmente cierto que, según cómo las encajemos y cómo enfoquemos nuestra respuesta, el impacto que determinadas circunstancias pueden tener en nuestro bienestar, en nuestra salud y en nuestra visión del mundo puede ser muy distinto.
Es ahí donde entra en juego la relación entre actitud positiva y bienestar o, como lo expresa el título del libro “Optimismo y salud. Lo que la ciencia sabe de los beneficios del pensamiento positivo”. Su autor, el prestigioso psiquiatra y buen amigo de la Fundación Pasqual Maragall, el Dr. Luis Rojas Marcos, ofrece una visión rigurosa desde la perspectiva científica, enriquecida por su propia experiencia profesional y personal.
Es un libro muy recomendable para profundizar en la relevancia de la actitud positiva como principio. Vamos a destacar en este artículo algunas citas específicas por su invitación a la reflexión en el contexto de la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
Fomentar una actitud positiva ante la vivencia de la enfermedad de Alzheimer en un ser querido
Cuando la enfermedad de Alzheimer irrumpe en una familia, genera desconcierto, incertidumbre y, a menudo, una perspectiva pesimista del futuro. Además, la propia persona con Alzheimer, mientras conserva la capacidad suficiente para comprender su situación, así como la persona cuidadora que la acompaña en su día a día, es probable que vean empañada su existencia por la desgracia.
En los grupos terapéuticos para familiares que cuidan de personas con Alzheimer, organizados por la Fundación Pasqual Maragall, ofrecemos un marco en el que compartir esa vivencia, a menudo aterradora, y en el que aprender estrategias para adoptar una actitud positiva ante la adversidad.
Apunta el Dr. Rojas Marcos que “las desdichas son para compartirlas, puesto que la unión y la conversación con otros estimulan el sentimiento de universalidad, la sensación de que “no soy el único”, y animan a formular interpretaciones provechosas que alivian el estrés generado por las calamidades”. Además, “intercambiar emociones y pensamientos, dar y recibir afecto, y aceptar y ser aceptados por los demás, son actividades básicas que estimulan estados de ánimo positivos” y, añadimos, fomentan una actitud positiva.
Es decir, la participación en los grupos terapéuticos promueve una actitud positiva como parte de las herramientas que las personas cuidadoras pueden adoptar para hacer frente a su situación. También ante la sensación de sobrecarga que caracteriza a quienes se enfrentan a los estragos que causan estas enfermedades progresivas e incurables. Y es que nuestras actitudes están mediatizadas por nuestros pensamientos que, a veces, son automáticos y damos por ciertos sin pararnos a reflexionar.
Una actitud positiva nos impulsa a buscar información y soluciones
Ante las adversidades y la incertidumbre del futuro o ante el temor de conocer la respuesta a nuestras dudas, con frecuencia, nos bloqueamos, lo que nos impide adoptar actitudes positivas. Como resultado, nos invade la ansiedad y optamos por una actitud pasiva en la búsqueda de información.
La toma de decisiones suele ser más sencilla si se dispone de información clara y fiable acerca de las opciones que tenemos. Como indica el doctor en su libro, “las personas con disposición optimista también se muestran abiertas a buscar información sobre los sucesos que les preocupan antes de tomar decisiones importantes, y sopesan tanto los aspectos positivos como los negativos”.
Por ello, una actitud positiva será un buen punto de partida para tomar decisiones (o para ayudar a la persona con Alzheimer a tomarlas) sobre aspectos relacionados con su futuro, orientados a proteger sus derechos y fomentar su calidad de vida. Por ejemplo, es difícil decidir sobre qué herramientas de protección legal emplear si no las conocemos. Sin duda la buena información favorece la tranquilidad ante aspectos clave del futuro.
La ansiedad también es un modulador de nuestra actitud
El temor, la incertidumbre, el miedo… son sentimientos generadores de ansiedad que interfieren y limitan la actitud positiva. Si la ansiedad es pasajera y somos capaces de detectarla y de activar mecanismos para controlarla, no tiene que ser un gran problema. Es más, a veces, cierto nivel de inquietud es inevitable y cumple su función de alerta, que ayuda a tomar decisiones.
Ahora bien, como nos recuerda el Dr. Rojas Marcos, “los estados crónicos de ansiedad constituyen otro veneno para los ingredientes del optimismo”, ya que la ansiedad no controlada genera indefensión y “el sentimiento permanente de indefensión tiene efectos devastadores sobre el temperamento de los seres humanos. Las personas que se sienten impotentes ante la adversidad y suponen que, hagan lo que hagan, nada cambiará ni mejorará, terminarán siendo proclives a adoptar una disposición apática y derrotista, a “tirar la toalla” ante los desafíos de la vida”.
Por eso, es fundamental conocer la ansiedad y aprender a relajarse para aliviarla y evitar que se convierta en una amenaza para nuestra salud o en un bloqueo de la actitud positiva. Con todo, es importante tener en cuenta, tal y como afirma el doctor, que “el peor veneno del optimismo es la depresión”. No hay que confundir la depresión con sentimientos pasajeros de tristeza, algo que no siempre es fácil, por lo que, ante la duda, es importante pedir consejo profesional.
La relación entre actitud positiva y resiliencia
La resiliencia, esa capacidad de resistir y superar la adversidad saliendo incluso reforzados, se puede potenciar siguiendo algunos consejos, incluyendo el no olvidar el rol que desempeña la actitud positiva. Como indica el doctor, “no todas las personas gozan de la misma capacidad de recuperación. Aparte del papel que desempeñan los genes que heredamos y de nuestra manera de ser, la aptitud para superar las desgracias depende también del significado que le demos y de nuestras expectativas”.
Pero, ciertamente, es frecuente la vivencia de algunas personas que, tras vivir una situación traumática experimentan y valoran importantes cambios positivos, algo que el doctor nos explica analizando el concepto del llamado “crecimiento postraumático”, aplicable incluso en la elaboración del duelo y el afrontamiento de pérdidas como las que conllevan enfermedades como el Alzheimer.
No confundir actitud positiva con ingenuidad
Las reflexiones del Dr. Rojas Marcos nos llevan a ver cómo la actitud positiva “es compatible con la capacidad de valorar con sensatez las ventajas y los inconvenientes de las decisiones”. Esta aseveración nos conduce a destacar otras que este renombrado psiquiatra nos regala y que recogemos aquí como colofón a este artículo, invitando a la reflexión sobre el valor del optimismo y la actitud positiva:
No perdamos la capacidad de distinguir entre fantasía y realidad
“Ejercer de optimista realista consiste, por un lado, en promover con regularidad estados de ánimo positivos, mediante estrategias destinadas a aumentar la satisfacción que extraemos de las diversas parcelas de la vida. Pero también implica moldear nuestra forma de pensar, con el fin de maximizar las percepciones, explicaciones y perspectivas favorables de las cosas, incluyendo la valoración del esfuerzo que uno invierte en ese ejercicio”.
La actitud positiva y el optimismo no implica no percibir los riesgos
“Una actitud esperanzada estimula los dispositivos curativos naturales del cuerpo y anima psicológicamente a la persona a adoptar hábitos de vida saludables. Esto no supone que el pensamiento optimista esté reñido con la percepción de los riesgos de una enfermedad, aunque sí lo está con la pasividad a la hora de afrontarlos”. En el caso de la enfermedad de Alzheimer, adoptar hábitos de vida saludables contribuye a reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer.
Ser optimista o mantener una actitud positiva no significa no reconocer la magnitud de los problemas
“El optimismo no está reñido con la aceptación de los problemas reales o los aspectos negativos de una situación desafortunada, pero sí lo está con el rechazo de cualquier estrategia que pueda ayudar a resolver los problemas o mejorar la situación”.
La actitud positiva se relaciona con la visión de futuro
“Quizá la estrategia a seguir en situaciones inciertas o peligrosas sea esperar lo mejor y prepararse para lo peor”.
La utilidad del humor para fomentar una actitud positiva
“Efectivamente, el sentido del humor es algo muy serio. Su función principal es ayudarnos a mantener una saludable distancia emocional de los conflictos y las circunstancias que nos amenazan. También nos ayuda a reconocer las incoherencias de la vida. (…) Echarle sal a la vida, esto es, desplegar una cierta dosis de gracia y ocurrencia, es también una excelente herramienta para conectarnos con los demás. Y cuando se presenta una crisis, el sentido del humor puede sumarse a los lazos afectivos y solidarios con otras personas”.
Así pues, no hay duda de que las actitudes positivas y el optimismo del que nos habla el Dr. Luis Rojas Marcos en su libro “Optimismo y salud. Lo que la ciencia sabe de los beneficios del pensamiento positivo” son ingredientes fundamentales para la promoción de la salud y el bienestar.
Agradecemos la colaboración del Dr. Luis Rojas Marcos en la elaboración de este artículo.
1 Rojas Marcos, L. Optimismo y salud. Lo que la ciencia sabe de los beneficios del pensamiento positivo. Barcelona: Grijalbo, Penguin Random House Grupo Editorial, 2020.
También te puede interesar
Artículos relacionados