Alzheimer y depresión, ¿están relacionados?
Son muchas las personas que se preguntan si el Alzheimer y la depresión están relacionados. A lo largo del proceso de la enfermedad de Alzheimer, muchas de las personas afectadas sufrirán sintomatología depresiva, que puede aparecer en cualquier fase de la enfermedad. Las características de estos síntomas y su manejo dependerán del momento y las circunstancias en que aparezcan.
¿Cómo se relacionan el Alzheimer y la depresión?
Según un reciente informe de la Sociedad Española de Neurología (SEN) entre el 35% y el 50% de quienes padecen Alzheimer, unas 800.000 personas en nuestro país, sufren también depresión. Este informe también sostiene que la depresión es, tras la apatía, el segundo síntoma neuropsiquiátrico más frecuente en la enfermedad de Alzheimer.
La relación entre Alzheimer y depresión puede generar, a menudo, cierta confusión alrededor del diagnóstico. Las personas afectadas por una depresión suelen presentar síntomas como un enlentecimiento del pensamiento, apatía, retraimiento social, problemas de concentración y frecuentes olvidos que, particularmente, cuando se dan a cierta edad, pueden parecer los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer. Puede suceder que sea difícil discernir de entrada si es, puramente, una depresión o, si tales síntomas, efectivamente, suponen los primeros indicios evidentes del Alzheimer.
Ante esto, el médico seguramente indicará un tratamiento para la depresión y, pasados unos meses, volverá a evaluar a la persona afectada. Puede ser que, con el tratamiento, los síntomas hayan mejorado claramente, tanto los relacionados con el estado de ánimo como los de tipo cognitivo. En tal caso, la orientación diagnóstica responsable de los síntomas se inclinará hacia una depresión, con la continuación de su tratamiento si es preciso.
No obstante, también puede suceder que, con el tratamiento, los síntomas anímicos hayan mejorado pero, en cambio, los cognitivos continúen presentes o incluso hayan progresado. Si fuera así, lo más probable es que solicite otras visitas, pruebas y exploraciones que ayuden a determinar si la causa es Alzheimer u otra enfermedad o alteración que justifique esos cambios cognitivos.
La depresión como consecuencia de la noticia del diagnóstico
Por otro lado, cuando una persona recibe el diagnóstico de Alzheimer puede mostrar un estado de ánimo decaído, incluso claramente depresivo, de forma reactiva a esa noticia.
Actualmente, disponemos de métodos avanzados, como las técnicas de neuroimagen, que permiten que cada vez haya más personas que reciben el diagnóstico de Alzheimer en fases más tempranas de la enfermedad, incluso cuando los síntomas cognitivos son muy leves. Es normal que, teniendo las facultades mentales y la capacidad de razonamiento preservadas, la persona experimente síntomas depresivos y de ansiedad por comprender el pronóstico y las consecuencias de una enfermedad de estas características.
Además, hay que tener en cuenta que las alteraciones cerebrales que suceden en la enfermedad de Alzheimer suelen interferir con los neurotransmisores, o mensajeros químicos, que modulan el estado de ánimo, incluso en fases tempranas de la evolución de la enfermedad. Por eso, la depresión puede coexisitir con otros síntomas ya desde el inicio.
El propio proceso de deterioro cognitivo que conlleva la enfermedad de Alzheimer suele implicar que la persona que la padece tenga dificultades para expresar sus emociones y sentimientos y, por eso, la sintomatología depresiva tal vez no sea tan evidente. Asimismo, los síntomas depresivos a menudo fluctúan y suelen ser menos acusados que los que presenta alguien con depresión pero sin deterioro cognitivo o demencia.
Cómo detectar posibles síntomas depresivos en una persona con Alzheimer
No siempre es fácil detectar comportamientos que puedan estar relacionados con la depresión en alguien que padece Alzheimer, puesto que, como hemos dicho, algunos síntomas son comunes a ambas condiciones. Aun así, si se percibe una agudización de determinados síntomas, o aparición de otros nuevos, en un relativo corto periodo de tiempo, es importante solicitar una visita con el especialista para que pueda evaluar la situación.
Algunos síntomas que podrían llamarnos la atención en este sentido son:
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retraimiento o aislamiento social,
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cambios acusados en el apetito no justificados por otra enfermedad o alteración del sueño,
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cansancio exagerado o injustificado,
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acusada apatía,
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pensamiento enlentecido o
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expresión persistente de tristeza, inutilidad o desesperanza.
Algunos consejos para aliviar estos síntomas depresivos
Con independencia de tener o no tener Alzheimer, cuando alguien está afectado por una depresión, no suele ser de ayuda que se le digan cosas como “¡Venga, anímate!”, o “¡No estés triste!”, puesto que no puede cambiar su estado de ánimo a voluntad. Sin embargo, además del posible tratamiento farmacológico que indique el especialista, hay algunos consejos que pueden resultar de ayuda para aliviar su pesadumbre:
- En fases iniciales de la enfermedad pueden ser reconfortantes los grupos de apoyo, en los que la persona puede compartir su experiencia con otros que están pasando por algo similar.
- Las rutinas diarias y tener ocupaciones o actividades previstas ayudan a reforzar el sentimiento de utilidad y a distraer la mente de la propia preocupación.
- Es muy recomendable fomentar y facilitar aquellas actividades que siempre le han resultado placenteras y que aún pueda realizar sin grandes dificultades, respetando siempre sus gustos y preferencias.
- El ejercicio físico regular, aunque sea simplemente pasear, además de ser saludable, ayuda a incrementar la sensación de bienestar.
- Es importante permitir, en la forma en que le sea posible, que la persona con Alzheimer exprese sus sentimientos y emociones, respetándolas y dándole su tiempo, evitando restarle importancia y no insistiendo en que cambie su humor, sin más. Sí que es recomendable trasladar nuestro apoyo incondicional, cariño y confianza en que pronto se sentirá mejor.
- No se debería hablar nunca de la persona ni de su enfermedad delante de ella como si no estuviera presente. Hacer que siga sintiéndose una parte importante de la familia y de su entorno en todo momento.
- Algunos gestos sencillos, como celebrar pequeños logros o cualquier ocasión alegre, pueden contribuir a levantar su ánimo.
Quien cuida también puede presentar síntomas depresivos
Hay que tener presente que, en el caso de que quien cuida sea familiar de la persona con Alzheimer, al impacto emocional del diagnóstico se le suman los condicionantes de supervisar y atender a la persona que padece la enfermedad.
Ello, a menudo, le puede hacer sentir que la responsabilidad que asume excede a sus capacidades, además de ver su propio tiempo muy condicionado por esta situación. En este contexto también pueden aparecer síntomas relacionados con la depresión. Es importante que la persona cuidadora sepa reconocer y afrontar esta sensación de sobrecarga, recurriendo al apoyo y ayuda necesarios para poder atender también a sus propias necesidades.
La relación entre Alzheimer y depresión es compleja
La relación entre Alzheimer y depresión existe y, a menudo, es compleja. A veces puede generar confusión en el diagnóstico pero, también, los síntomas de ambas enfermedades pueden coexistir. Esto puede suceder tanto como consecuencia de las propias alteraciones cerebrales patológicas como por presentar un estado de ánimo depresivo reactivo al conocimiento del diagnóstico de Alzheimer y sus consecuencias.
Es importante informar al especialista de posibles indicios depresivos en la persona afectada para que se puedan tomar las medidas de tratamiento oportunas, así como procurar seguir algunos consejos orientados a aliviar su pesadumbre.
Del mismo modo, la persona cuidadora debe ser consciente de cómo todo el proceso diagnóstico de su ser querido y la responsabilidad que con él asume puede impactar en su propio estado de ánimo, algo que también requiere de atención.
Publicado originalmente el 10 de julio de 2019, actualizado el 30 de enero de 2023.
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