En su libro, el Dr. Yanguas hace referencia a tres etapas de la vejez, no entendidas necesariamente como fases evolutivas sucesivas. Estas etapas no tienen por qué cumplirse en todo el mundo y en ellas se dan grandes diferencias entre las personas:
Primera etapa de la vejez
Aquel período vital de las personas tradicionalmente consideradas mayores, por aquello de tener más de 65 años, pero que, ante la actual perspectiva de la vejez, son jóvenes, o al menos no se sienten “viejas”.
Es esa época de la jubilación, que ya no supone el comienzo del fin de la vida, sino el comienzo de una nueva vida, en la que aún se pueden hacer cambios en el proyecto vital y cumplir deseos y aspiraciones, en un contexto en el que las personas sienten que su proceso madurativo aún no ha concluido.
En definitiva, en contraposición a la percepción clásica de la vejez como etapa de declive, hablamos de un momento vital en el que el desarrollo personal aún es posible. Suelen ser, además, el centro de gravedad de la solidaridad familiar, cuidando a menudo de la generación precedente y sucesoras.
Segunda etapa de la vejez
Empezaría cuando la salud y el dinamismo empieza a decaer, a menudo conduciendo a una condición personal cada vez más frágil. Supone un proceso de adaptación constante a progresivas limitaciones, a la vez que se agranda la brecha entre los deseos y las posibilidades. También ahora van apareciendo a menudo miedos y temores y, en muchas ocasiones, sintiendo la amenaza del aislamiento o la soledad, reto al que el autor dedica un capítulo del libro.
La cara de la vejez, en este punto, conlleva un inicio de, en términos de Javier Yanguas “inversión de la solidaridad familiar”, puesto que las personas mayores pasan de ser cuidadoras de generaciones posteriores (hijos, nietos) y precedentes (padres) a poder precisar ser receptores de cuidados.
Tercera etapa de la vejez
Es una etapa en la que puede aparecer una pérdida de autonomía y necesidad de cuidados. No todo el mundo tiene por qué pasar por esta fase y el riesgo se relaciona directamente con el avance de la edad.
Al margen de enfermedades como el Alzheimer, la propia situación de dependencia suele limitar y empobrecer las relaciones interpersonales, con lo que es clave combatir el aislamiento. Además, dice el Dr. Yanguas: “Es la etapa de los cuidados, de la interdependencia, de poner en marcha mecanismos y modelos de atención que aseguren una calidad de vida digna y el mayor bienestar posible, partiendo del respeto pleno a la dignidad y los derechos de la persona, a sus intereses y preferencias, y contando con su participación efectiva”. Un marco conceptual desde el que abordar estos aspectos es el de la atención centrada en la persona.
Retos y desafíos de esta nueva vejez
Estamos ante un cambio demográfico sin precedentes, del que hace ya décadas que se habla, pero ahora ya está aquí y supone un desafío de enormes dimensiones.
Como refiere el Dr. Yanguas, “pasar de vivir 34 años en 1900 a vivir más de 80 en la actualidad es uno de los fenómenos más radicales que ha habido en los últimos años”. Como él mismo expresa, la vejez no puede ser considerada como el “tiempo de descuento”, haciendo un símil con un partido de baloncesto.
Este período que puede extenderse en las distintas etapas de la vejez, puede durar hasta 25 años (o más) y en relativas buenas condiciones: desde el nacimiento de un bebé hasta la juventud bien entrada, o desde la adolescencia a la madurez adulta.
De este panorama actual surgen diversas consideraciones, retos y desafíos sobre los que Javier Yanguas reflexiona. Entre otros:
Atender a la diversidad de la vejez
Hay que “ser capaces de comprender esa heterogeneidad, no incluir a todos “los viejos” en el mismo saco, como si todos fueran iguales, porque en realidad son muy diversos; de hecho, la heterogeneidad es una característica esencial de la vejez.”
Y esta diversidad, atendiendo a la convivencia de diversas generaciones en esta nueva vejez, se explica, “no solo por razón de edad, sino también porque han vivido historias muy particulares, en momentos distintos, con consecuencias totalmente diferentes en su vida personal, cultural, de salud, etc.”
Cambiar la manera de entender la vejez y el envejecimiento
Hay que pensar en la vejez no solo como una época de fragilidad y dependencia, sino como un momento propicio para el crecimiento y el desarrollo personal en el que se puede aportar al bien común.
Es clave comprender que un envejecimiento activo implica algo más que tener a las personas mayores ocupadas o entretenidas. Las actividades tienen que partir de una motivación personal intrínseca y han de tener sentido y significado para quien las realiza. Los paradigmas del envejecimiento deben focalizarse en el “ser”, no solo en el “hacer”.
Abordar la cuestión de la vulnerabilidad y los cuidados
Javier Yanguas destaca la complejidad de lo que se puede entender por “cuidar”, que se puede abordar desde muchas perspectivas y con múltiples matices.
El autor alude a datos contrastados, como que en España hay tantas personas cuidadoras como personas mayores dependientes: 1.400.000, o sea, que el 3% de los mayores de 20 años cuida a personas mayores dependientes, y solo el 13% son profesionales o perciben alguna remuneración por ello. El 87% restante son familiares que cuidan de sus allegados y, de tal cifra, el 76% son mujeres.
No queda duda, pues, de que el cuidado es un enorme desafío social. Las personas cuidadoras tienen necesidades específicas que deben ser atendidas: económicas, emocionales, físicas y de relación social. “Es necesario elevar el cuidado a la categoría de prioridad máxima, tanto en la organización como en la construcción del futuro”.
Procurar una vida con sentido en la vejez
Las consideraciones acerca del sentido de la vida son inabarcables en un artículo de estas características, algo en lo que el autor del libro se adentra invitando a la reflexión.
Los modelos de envejecimiento deben contemplar el acompañamiento a las personas para que puedan vivir todas las etapas de la vejez con sentido y significado, permitiendo que cada quien pueda escoger cómo quiere vivir, qué quiere hacer en esta vida y hasta dónde quiere llegar.
Las relaciones intergeneracionales
El último capítulo del libro Pasos hacia una nueva vejez ahonda en la cuestión del pacto intergeneracional, algo tácito pero que debe renovarse de generación en generación. Es aquello que alude a las relaciones de cuidados entre generaciones: las personas mayores reciben los cuidados familiares tras haber sido ellas proveedoras de cuidados, y desde lo que los más pequeños son educados y socializados en el deber de ayudar a otras generaciones.
No obstante, el Dr. Yanguas advierte de las tensiones alrededor de este pacto y de “la necesidad imperiosa de abordarlo de una manera diferente si queremos garantizar, no solo el futuro de los cuidados, sino la cohesión social.” Las acciones intergeneracionales son uno de los posibles elementos de creación de conexión y conciencia con vistas a generaciones distintas a la propia.
Agradecemos la colaboración de Javier Yanguas, autor del libro “Pasos hacia una nueva vejez. Los grandes retos sociales y emocionales de la madurez.” Ediciones Destino, 2021.