La atención requiere de un estado de alerta fisiológico imprescindible para percibir estímulos del entorno, ya sea externo o interno, y es fundamental en prácticamente todas las áreas de nuestro día a día, así como en el aprendizaje y el funcionamiento de la memoria.
De hecho, la atención es clave para el registro de nueva información y, a veces, atribuimos a la memoria algunos lapsus cotidianos que, en realidad, son un problema de atención. En la mayoría de casos, la ejecución de las tareas requiere de la acción conjunta de distintos tipos de atención, que no son excluyentes entre sí. La capacidad de alternar y utilizar eficazmente los tipos de atención se llama “control atencional”.
¿Cuáles son los distintos tipos de atención?
Al igual que cuando hablamos de tipos de memoria, al referirnos a la atención también hemos de considerar que las categorizaciones tienen un objetivo simplificador y didáctico, puesto que nuestro cerebro funciona en forma de red funcional altamente compleja. Por eso, como se ha indicado anteriormente, es el control atencional lo que permite un rendimiento efectivo de las distintas modalidades de atención. Veamos los principales.
Atención focalizada
Es la habilidad para responder específicamente a un estímulo externo a nosotros por cualquier vía sensorial o señal interna del cuerpo. Este tipo de atención, que no se ve afectada por el envejecimiento, permite detectar rápidamente estímulos relevantes en cualquier situación.
Por decirlo coloquialmente, es, justamente, aquello que “nos llama la atención”, ya sea por un estímulo externo (una luz, un sonido, un olor…) o interno (hambre, sed, dolor…). Por ejemplo, el sonido del timbre de la puerta, una alarma, un olor desagradable o sospechoso (como el de quemado), un sabor inesperado en un alimento, etc.
Atención sostenida
Es la capacidad de mantener la atención de forma consistente durante un periodo de tiempo más o menos prolongado. Este tipo de atención define la capacidad de mantenerse concentrado en algo durante cierto tiempo continuado.
Se ha sugerido que esta capacidad va aumentando hasta, aproximadamente, la década de los 40 años de edad y luego va decayendo lentamente. No obstante, parece que no es tanto la capacidad de atención sostenida en sí misma lo que se puede ver afectada con el envejecimiento, sino la demanda de velocidad de procesamiento de la información requerida en la tarea que implique este tipo de atención.
Es decir, la capacidad de mantener la concentración no tiene por qué verse afectada por el envejecimiento, pero es más probable que si la tarea a realizar es muy dependiente de la velocidad de procesamiento de la información, sí que se produzca una disminución con la edad, puesto que sí que hay evidencia de que una de las capacidades cognitivas afectadas por la edad es, justamente, la velocidad de procesamiento.
Atención selectiva
Este tipo de atención permite seleccionar, de entre una variedad, la información relevante a procesar a la vez que se inhibe la atención a unos estímulos mientras se atiende a otros. Dicho de otro modo, la atención selectiva implica filtrar los estímulos que nos rodean para centrarnos en la información que nos interesa.
La atención selectiva surge de una necesidad inherente de optimización de los recursos atencionales, ya que como son limitados, debemos priorizar la focalización en unos en detrimento de otros, según cada situación o actividad. Un clásico ejemplo se da cuando estamos en cualquier situación social en la que se producen varias conversaciones simultáneamente, pero solo atendemos a una de ellas.
En la modalidad visual, por ejemplo, la atención selectiva nos permite procesar estímulos relevantes mientras se suprime el procesamiento de otros irrelevantes para la tarea que pueden aparecer simultáneamente en el campo visual. Una tarea clásica que se emplea para evaluar este tipo de atención es la búsqueda y tachado de una letra dada (por ejemplo, todas las “p”), o de un símbolo (tal vez, una estrella), en una lámina llena de diversidad de letras o símbolos.
Aunque algunos estudios experimentales han demostrado cierta influencia negativa del envejecimiento en la capacidad de atención selectiva, la dificultad se reduce en función del grado de experiencia previa en lo que se busca y con lo que actúa de distractor.
Atención dividida y alternante
La atención dividida es aquella que nos permite atender a dos informaciones o fuentes de estímulo al mismo tiempo, mientras que la alternante permite cambiar el foco de atención entre distintas tareas de diferente nivel de exigencia cognitiva.
Con la edad, el rendimiento en tareas que requieran dividir o alternar la atención, será claramente dependiente de la pericia que se tenga con cada actividad y de la complejidad de las mismas. Particularmente, para alternar la atención entre una y otras, la anteriormente citada velocidad de procesamiento jugará un papel clave.
Por ejemplo, cuando cocinamos y, a la vez, escuchamos lo que nos cuenta alguien, estamos dividiendo la atención. Conducir, por ejemplo, es una actividad prototípica de atención alternante, ya que hay que alternar constante y ágilmente, entre la atención a la circulación, a las señales, al manejo del vehículo y, si es el caso, a la conversación de algún acompañante. En tanto que es una tarea compleja en la que el tiempo de reacción es clave tiende a requerir una mayor exigencia a edades avanzadas y, claramente, es una de las actividades que debe abandonarse ante cierto deterioro cognitivo, como es el caso de la enfermedad de Alzheimer.
Fallos atencionales como señales de alerta
Según hemos visto, pues, existen diferentes tipos de atención y aunque algunas dificultades de atención pueden ser propias del envejecimiento, suelen ser dependientes de la experiencia con las tareas a realizar o de la complejidad de las mismas.
Por eso, ante la observación de importantes dificultades para mantener la concentración, atender a indicaciones que no deberían suponer un problema o dificultad para compaginar la atención en actividades a las que se está bien habituado, podría ser una señal de alerta de algún problema subyacente, por lo que es recomendable realizar una consulta profesional.
Publicado originalmente el 15 de julio de 2021, actualizado el 28 de noviembre de 2023.