La memoria de trabajo es un sistema de memoria que recibe información de distintas partes del cerebro a partir de datos que provienen del mundo exterior y de conocimientos previos almacenados en la memoria a largo plazo, principalmente, para solucionar problemas complejos o realizar distintas tareas a la vez. Además, la memoria de trabajo es una función fundamental mediante la cual nos liberamos de comportamientos irreflexivos e impulsivos para ganar control sobre nuestros propios pensamientos y acciones.
En este artículo, el Dr. Jordi Gich, neuropsicólogo adjunto del servicio de Neurología del Hospital Dr. Josep Trueta de Girona y gran conocedor del funcionamiento de la memoria, nos cuenta detalles muy interesantes de esta función cognitiva.
La memoria de trabajo es una parte esencial de la memoria humana
El concepto de memoria de trabajo, aunque inicialmente introducido por Miller y otros investigadores en el 1960, fue utilizado por los psicólogos ingleses Alan Baddeley y Graham Hitch en 1974, para explicar cómo funciona esta parte de la memoria a corto plazo. A partir de ese momento, este término ha gozado de una gran aceptación en la comunidad científica.
Según la definición de Baddeley y Hitch, la memoria de trabajo “es un sistema de memoria activo responsable del almacenamiento temporal y procesamiento simultáneo de información necesaria para la realización de tareas cognitivas complejas”.
La memoria de trabajo está formada principalmente por los siguientes componentes:
- Ejecutivo central. Es el director de orquesta que dirige y controla diferentes fuentes de información y el responsable de planificar y verificar si los planes establecidos se están llevando a cabo correctamente. Anatómicamente, el ejecutivo central se localiza en la cara dorsolateral del lóbulo frontal y tiene, como mínimo, dos subsistemas que constantemente le están aportando información:
- Bucle articulatorio. Es el responsable de procesar información relacionada con aspectos lingüísticos y auditivos verbales, con dos funciones principales: mantener la información verbal o acústica durante breves periodos de tiempo y con la capacidad de este subsistema de recodificar material visual y reconvertirlo en material verbal.
Anatómicamente, el bucle articulatorio se corresponde, básicamente, con áreas del lenguaje en el hemisferio izquierdo (en pacientes diestros). Concretamente, con las llamadas área de Wernicke (y adyacentes), localizada en la zona posterior de la primera circunvolución del lóbulo temporal, área de Broca, localizada en el tercio posterior de la tercera circunvolución del lóbulo frontal, y el fascículo arqueado o arcuato, que es un haz de sustancia blanca (axones) que unen ambas áreas.
- Bloc de notas visuoespacial. Es el responsable de procesar información visual y espacial. Está compuesto por dos vías neuroanatómicas diferenciadas, aunque ambas parten del lóbulo occipital. La primera es una vía occipital-temporal, que se la conoce como la vía “what” (en inglés) o vía “qué”, porque es en este recorrido que el bloc de notas es capaz de informar al ejecutivo central de “qué” se está viendo. La segunda vía, es la occipito-parietal. Esta ruta se la conoce como la vía “where” (en inglés) o vía “dónde”, porque es la que informa al ejecutivo central de dónde está localizado el objeto percibido. De esta manera, el ejecutivo central dispone de información de lo que se está viendo y a qué distancia o ubicación está este objeto respecto a nosotros.
Implicación de la memoria de trabajo en la funcionalidad cotidiana en el envejecimiento
La memoria de trabajo es esencial para poder desarrollar exigentes actividades de la vida diaria. Por ejemplo, si queremos cocinar una paella (o cualquier guiso que implique distintos ingredientes), lo primero que hará nuestra memoria de trabajo es acceder a la memoria a largo plazo para comprobar si hemos comprado o tenemos en casa todos los ingredientes para poder realizar la actividad (objetivo final).
A partir de ese momento, nuestra memoria de trabajo organizará y planificará cada uno de los pasos intermedios (en nuestro caso, freír lentamente la cebolla y añadir los ingredientes progresivamente) necesarios para culminar nuestro objetivo. También es responsabilidad de la memoria de trabajo la capacidad de realizar tareas paralelas durante el mismo proceso (vigilar la cebolla, controlar la ebullición del caldo de pescado y cortar la sepia, por ejemplo).
En líneas generales, entre las principales manifestaciones de los déficits por envejecimiento de la memoria de trabajo en las actividades cotidianas pueden aparecer:
- Dificultades para realizar tareas complejas de forma paralela y, en consecuencia, se puede observar una tendencia a la simplificación de estas, por ejemplo, en la cocina.
- Enlentecimiento en la ejecución de tareas complejas que antes se realizaban con más agilidad. Por ejemplo, utilizar algunos programas informáticos o cuadrar cuentas.
- Algunas dificultades para entender conceptos abstractos o documentos formales, como cartas del banco, por ejemplo.
- Necesidad de mayor esfuerzo para concentrarse o planificar aspectos del futuro
- Distraerse con cierta facilidad.
Sin embargo, estas posibles dificultades que se pueden observar en el proceso fisiológico de envejecer suelen tener una repercusión leve en las actividades cotidianas, estando preservada de forma general la funcionalidad. Además, cuando hay una tendencia a la rutina en los hábitos cotidianos, como es frecuente en personas mayores, se minimiza el impacto de la potencial afectación de la memoria de trabajo, que es menor que el que pueden tener las dificultades de la memoria episódica (aquella relacionada con el recuerdo de hechos).
No obstante, en las personas adultas profesionalmente activas, las afectaciones de la memoria de trabajo, cuando son importantes, pueden tener implicaciones devastadoras, que incluso pueden provocar serios problemas para gestionar con efectividad los problemas inherentes a su profesión. Si sus actividades profesionales son poco exigentes y muy rutinarias, la afectación de la memoria de trabajo va a tener una menor implicación y puede incluso pasar inadvertida para los compañeros de trabajo, pero seguramente no para los familiares.
La memoria de trabajo en la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas
En el proceso diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer, los resultados de las pruebas que evalúan la memoria de trabajo suelen estar dentro de los límites de normalidad. Sin embargo, a medida que avanza la enfermedad, la afectación de esta función es cada vez más prominente. No obstante, dada la heterogeneidad clínica de los síntomas de la enfermedad, es difícil determinar de forma precisa cuándo se empieza a afectar esta función. En cualquier caso, la afectación de la memoria episódica, junto con la de la memoria de trabajo, influye en el aumento del grado de dependencia de la persona afectada, puesto que no solo tiene dificultades para recordar lo que tiene que hacer, sino también para encontrar la solución adecuada ante esa situación.
En las enfermedades neurodegenerativas la afectación de la memoria de trabajo es variable. Cuando se afecta directamente el lóbulo frontal (como en la variante conductual de la demencia frontotemporal) la alteración de la memoria de trabajo suele ser una característica intrínseca del cuadro clínico, debido a la afectación de la zona responsable de la función. En otros procesos neurodegenerativos, como pueden ser enfermedades que afectan al cerebelo (como las llamadas ataxias) o enfermedades que afectan al sistema extrapiramidal (como la parálisis supranuclear progresiva), también se puede alterar sustancialmente la memoria de trabajo. En estos casos, la afectación se explica por una afectación en determinados circuitos cerebrales que conectan el lóbulo frontal con el cerebelo o con determinados núcleos basales, respectivamente.
Tratamiento: situación actual y perspectiva de futuro
En la actualidad no existe ningún tratamiento farmacológico específico para la alteración de la memoria de trabajo. La recuperación o su mantenimiento va a depender de diversos factores, como la edad de la persona, su reserva cognitiva, su rendimiento intelectual de base, la intensidad inicial del déficit y, de forma muy relevante, la causa del cuadro clínico.
Si la causa es una lesión cerebral focal (ictus, traumatismo craneal, tumor cerebral…), la rehabilitación neuropsicológica intensiva será el tratamiento de elección. En el caso de las enfermedades neurodegenerativas, el objetivo principal del tratamiento es la estabilización y mantenimiento de la función.
Ante la falta de terapias farmacológicas con clara eficacia en los procesos neurodegenerativos, debería ser un objetivo prioritario el desarrollo de políticas sanitarias orientadas a la prevención. Se deberían impulsar programas de envejecimiento saludable, dirigidos, entre otras cosas, a controlar los factores de riesgo vascular, evitar tóxicos, seguir una dieta saludable como la dieta mediterránea, fomentar la socialización, la actividad cognitiva y el ejercicio físico.
Dr. Jordi Gich
Neuropsicólogo
Servicio de Neurología
Hospital Universitario Dr. Josep Trueta (Girona)
Referencias bibliográficas
Baddeley A. Working memory: theories, models and controversies (2012). Annu Rev Psychol, 63: 1-29.
Baddeley A, Eysenck MW, Anderson MC (2020). Memoria. Alianza editorial, 2 ed.
Tirapu-Ustarruz J, Muñoz-Cespedes JM (2005). Memoria y funciones ejecutivas. Revista de Neurología, 41: 475-84.