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Orientación temporal: una capacidad afectada pronto por el Alzheimer

4 min lectura
16 noviembre, 2020
Índice de contenidos

    Saber qué día es hoy, estimar la hora aproximada o ser consciente de en qué momento del día estamos requiere de un buen funcionamiento de la memoria y, particularmente, de un adecuado registro de los nuevos hechos e informaciones que se van sucediendo. Los problemas de orientación temporal están entre los síntomas cognitivos característicos de la enfermedad de Alzheimer y de otros tipos de demencia

    La desorientación temporal está entre los primeros síntomas del Alzheimer

    La capacidad de orientación se puede contemplar desde tres vertientes distintas pero complementarias, que son las que nos permiten saber quiénes somos (los datos personales que nos definen), dónde estamos y en qué momento o, lo que es lo mismo, estar orientados a nivel personal, espacial y temporal. La progresión de la enfermedad de Alzheimer conlleva una pérdida gradual de las tres formas de orientación. 

    En la mayoría de casos, la primera esfera de orientación que se afecta es la temporal, seguida de la espacial y, en último término, la personal. No obstante, no es una función matemática precisa y, dada la múltiple afectación cognitiva propia de la demencia, pueden producirse fallos en cualquiera de las tres esferas de orientación en cualquier momento de la enfermedad. La capacidad de orientación está, además, estrechamente vinculada a la de la memoria y al registro de nuevas informaciones, aspectos que tan afectados se ven por la enfermedad de Alzheimer. 

    ¿Cómo se manifiesta la pérdida de orientación temporal?

    La alteración de la orientación temporal se traduce, inicialmente, en errores relacionados con la fecha actual (no sabiendo exactamente el día del mes, de la semana, o el año actual). 

    Mientras que, al principio, los errores serán de precisión o sutiles, con la progresión de la enfermedad se harán cada vez más evidentes y la persona puede cometer errores que llaman mucho la atención, como grandes confusiones en el año actual o desconocimiento de la estación del año en que estamos. Puede incluso no ser  capaz de identificar correctamente la parte del día en que se encuentra (por ejemplo, creer que es por la mañana cuando la tarde ya está avanzada). 

    Otra de las manifestaciones de la pérdida de capacidad de orientación temporal es la dificultad para realizar adecuadas estimaciones del paso del tiempo. Las personas con demencia suelen percibir el paso del tiempo más rápido que los demás, tanto de manera prospectiva (hacia adelante) como retrospectiva (hacia atrás). Por ejemplo, una persona con demencia tal vez se impaciente enseguida porque el autobús tarda en llegar cuando hace muy poco que espera en la parada o, al revés: haber tenido que esperar largo rato y, en cambio, transmitir que ha sido muy poco si se le pregunta por el tiempo que ha esperado. 

    La alteración de la orientación temporal impacta en el desempeño del día a día

    A causa de las dificultades de orientación temporal, la persona con Alzheimer cometerá diversos errores en las actividades cotidianas y se pueden producir situaciones como las siguientes, algunas más propias de fases iniciales y otras de fases más avanzadas de la enfermedad:

    • No presentarse (o no hacerlo a la hora prevista) en las citas acordadas.
    • No tomar la medicación, o no hacerlo en el momento adecuado.
    • Ponerse ropa demasiado abrigada en verano o, viceversa, demasiado ligera en invierno por desconocer en qué estación del año estamos.
    • Reclamar la comida a media tarde por pensar que es cerca del mediodía (y no recordar, tal vez, que ya ha comido). 
    • Despertarse a media noche o de madrugada, levantarse, vestirse y disponerse a salir o a iniciar las actividades del día. 
    • Preguntar insistentemente cómo es que no ha llegado su familiar a recogerle al centro de día cuando aún quedan varias horas para la salida o, ponerse la chaqueta con excesiva antelación a salir por estar convencido de que es inminente. 
    • Dar la sensación de que vive permanentemente en el pasado, dada la vinculación entre la percepción del tiempo y las funciones de la memoria. 

    Recomendaciones para reducir el impacto de la desorientación temporal

    La ayuda que la familia y las personas cuidadoras pueden ofrecer ante las dificultades de orientación temporal dependerá de la fase de la enfermedad y, por tanto, de la gravedad de los síntomas. Estas serían unas recomendaciones aplicables a fases iniciales o leves

    • Procurar que la persona tenga a la vista grandes o llamativos relojes o calendarios
      • Se puede, por ejemplo, tachar claramente los días pasados en un calendario para que el primero que quede a la vista sea el actual.
      • Es importante simplificar la lectura de los relojes, por ejemplo, en los digitales, empleando la función de mostrar las horas en formato de 12 horas y no de 24 horas, para evitar la necesidad de hacer la conversión (es decir, que las 16 horas son las 4 de la tarde). 
    • Puede resultar muy útil utilizar alarmas vinculadas a recordatorios.
      • En una fase incipiente, la persona puede valerse de las utilidades que ofrecen muchos teléfonos móviles, que permiten poner notas asociadas a alarmas (aunque tal vez necesite ayuda para su programación). No obstante, también se puede emplear un reloj-despertador, poniendo sobre él una nota adhesiva que la persona verá cuando suene y vaya a parar la alarma. En esa nota se indicará qué es lo que debe realizar en ese momento (por ejemplo, “Tomar la pastilla azul” o “Llamar a Maribel”). 

    A medida que la enfermedad progrese, los relojes y calendarios dejarán de cumplir su función como elementos facilitadores de la orientación temporal. Los familiares y personas cuidadoras pueden verse a veces superados por constatar los graves errores temporales que puede cometer su ser querido.

    No obstante, corregirle y recordarle constantemente el día o la hora actual no solo no va a ser efectivo, sino que va a ser una fuente adicional de desgaste para la persona cuidadora y de probable irritabilidad o desasosiego para la persona con Alzheimer. Es mucho más adecuado emplear formas indirectas, si se considera oportuno, de recordarle sutil y amablemente el día o momento en que estamos. Por ejemplo: “¡Mira qué día más estupendo hace hoy lunes!”, o “Como ya es media tarde, en un rato saldremos a dar un paseo”. Somos nosotros quienes hemos de trasladarnos a su realidad y hacer un esfuerzo por comprender su situación. 

    En general, a lo largo del proceso de la enfermedad, la estructuración del día a día y el mantenimiento de rutinas que den orden y organización al día, son grandes aliados para reducir el impacto de los problemas de orientación, así como de otros síntomas cognitivos y conductuales de la enfermedad. 

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