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¿Qué es la apatía?: un síntoma conductual muy frecuente del Alzheimer

6 min lectura
27 diciembre, 2021
Índice de contenidos

    La apatía es uno de los síntomas conductuales más frecuentes en la enfermedad de Alzheimer (se presenta, según diferentes estudios, en cerca de un 65% de los casos), conllevando, frecuentemente, una progresión más rápida del deterioro cognitivo y funcional.

    A pesar de ser tan común, a menudo no recibe la atención que merece, puesto que la apatía puede parecer menos perturbadora que otras alteraciones de conducta, como la irritabilidad o el comportamiento agresivo. Su manifestación persistente, además, se relaciona con un alto impacto negativo en el estado de ánimo, bienestar y calidad de vida de la persona cuidadora. En este artículo explicamos qué es la apatía y ofrecemos algunos consejos para tratarla y procurar reducir su impacto. 

    ¿Qué es la apatía?

    La apatía se define como una pérdida o disminución de la motivación en, al menos, dos de estos tres aspectos: conductas dirigidas a objetivos, actividad cognitiva o expresión emocional, siendo suficiente como para causar una alteración significativa en la vida cotidiana. 

    Las personas con Alzheimer (y también con demencia por otras causas) pueden presentar cualquiera de estas tres formas de apatía:

    1. Apatía conductual o de autoactivación

    Se muestra una acusada disminución de la actividad espontánea, hasta el punto de que la persona puede llegar a no caminar apenas, ni tan solo por el hogar, y desatender la realización de actividades para las que física y cognitivamente puede ser aún capaz. 

    Normalmente, con un estímulo externo, la persona suele responder a la incitación a hacer cosas concretas. Es decir, la persona, por sí misma, no se mueve de donde está sentada, por ejemplo, pero puede levantarse y caminar sin problema cuando se le sugiere o insiste en ir a dar un paseo. 

    2. Apatía cognitiva

    Se refleja en una falta de iniciativa para la realización de actividades cognitivas, que puede ser tan llamativa como prácticamente no hablar (estando el lenguaje suficientemente preservado), o no mostrar ningún interés o curiosidad por las actividades que realizan otras personas. 

    3. Apatía emocional-afectiva

    Implica una gran disminución o ausencia de expresión de emociones, aparentando indiferencia y falta de empatía. Puede parecer que la persona no se preocupa por los demás o que no le afecta nada de lo que sucede a su alrededor, no mostrando ni alegría ni tristeza por los acontecimientos.

    Aunque la apatía y la depresión comparten algunos síntomas (por ejemplo, retraimiento o baja actividad espontánea), no son lo mismo ni, necesariamente, aparecen juntas. En muchos casos, las personas con Alzheimer que muestran apatía, no tienen depresión. Simplemente, no muestran iniciativa o interés por actividades o por el entorno, o parecen no emocionarse por nada, pero esta conducta no suele estar asociada a síntomas depresivos, como la tristeza, la culpa o la desesperanza. No obstante, la depresión no es tampoco infrecuente en personas que padecen enfermedad de Alzheimer. Por eso, ante la duda, es recomendable consultarlo con el especialista. 

    La apatía en una persona con Alzheimer

    La apatía puede manifestarse de forma temprana en la enfermedad de Alzheimer y, a menudo, persiste a lo largo de todo el proceso, impactando en el curso clínico de la enfermedad y el manejo del cuidado de la persona. 

    Las personas con Alzheimer en las que la apatía es un síntoma persistente suelen presentar una mayor alteración en la realización de las actividades de la vida diaria de lo que sería esperable por su estado cognitivo. Estas son algunas formas en las que se puede manifestar la apatía en una persona con Alzheimer: 

    • Estar excesivamente calmada y apenas conversar.
    • Aparentar no ser consciente de su entorno ni de las personas que le rodean.
    • Tener la mirada perdida, parecer ausente. 
    • Representar un gran esfuerzo ponerse a hacer cualquier cosa con la que antes disfrutaba.

    Las personas con Alzheimer que presentan una importante apatía dependen absolutamente de quines les cuidan para iniciar la mayoría de actividades que, por sí mismas, no harían. Esto supone un nivel mayor de sobrecarga de la persona cuidadora, con un empeoramiento de su calidad de vida y bienestar, además de conllevar, normalmente, una progresión más rápida de la enfermedad. 

    Buscar posibles causas de la conducta apática

    En la enfermedad de Alzheimer la apatía se puede asociar con patrones específicos de atrofia cerebral y relacionarse con la desconexión de distintos circuitos neuronales. Por tanto, la principal causa subyacente está en los cambios neuropatológicos de la enfermedad. No obstante, como sucede con otros síntomas conductuales, algunos factores pueden favorecer su aparición o persistencia y, si los detectamos, podemos actuar de alguna forma para mejorar la conducta apática. 

    Algunos de los motivos que pueden favorecer que la persona con Alzheimer muestre apatía, sea no iniciando por sí misma actividades, o mostrándose ausente o poco respondedora a estímulos, son: 

    • El propio deterioro cognitivo. De entre los síntomas cognitivos del Alzheimer, las dificultades de tipo ejecutivo, que son aquellas que permiten planificar, iniciar y llevar a cabo la secuencia de realización de actividades, pueden estar relacionadas con la desmotivación para ponerse a hacer cosas por uno mismo. A menudo, el hecho de percibir estas dificultades, puede ser el motivo por el que la persona con Alzheimer vea disminuida su autoestima y confianza en sí misma, llevándola a retraerse y estar inactiva, creándose una espiral negativa para la progresión de la enfermedad. 
    • Malestar emocional. Asimilar las dificultades y pérdidas que conlleva un proceso de demencia es algo que, aunque a menudo no sepan cómo expresar, es comprensible que pueda impactar emocionalmente a la persona que la padece. Puede sentir miedo, enfado, tristeza, frustración, vergüenza… Un cúmulo de emociones y sentimientos que, incluso, puede suponer una depresión y provocar retraimiento,  siendo la apatía una manifestación resultante de esta situación emocional. 
    • Aburrimiento o aislamiento. A veces, con las mejores intenciones, se opta por no pedir muchas cosas a la persona con Alzheimer, sobreprotegiéndola o asumiendo a priori que no podrá realizarlas. Sin embargo, esto puede conllevar un efecto negativo, provocando que la persona se aburra o se sienta aislada, privándola además de oportunidades de estimulación. 
    • Problema de salud o medicamentos. En personas con demencia, a menudo, la conducta es una forma de comunicación. La falta de motivación y de actividad podría ser consecuencia de algún malestar, dolor, enfermedad subyacente, o efecto secundario de algún fármaco, y que la persona no sea capaz de expresarlo en palabras o, tal vez, que tenga dificultades para reconocer su propio malestar. 

    ¿Cómo se puede tratar la apatía de una persona con Alzheimer?

    Al igual que otros síntomas conductuales de la enfermedad de Alzheimer, tratar de detectar posibles factores causantes y modificarlos, puede resultar en cambios positivos. Es recomendable que la primera opción sea probar con aproximaciones no farmacológicas, basadas en la observación y modificación del entorno y la actuación de las personas cuidadoras y familiares. Se ofrecen aquí algunas sugerencias para tratar de rebajar el nivel de apatía:

    • Proponer a la persona con Alzheimer la realización de actividades con las que sabemos que puede disfrutar. Hay que poner más énfasis y reconocimiento en el hecho de hacer las cosas y no tanto en el resultado. 
    • Valorar si las actividades que se le proponen tienen una dificultad asumible para ella, para evitar que se sienta desbordada y pueda frustrarse. 
    • Ser flexible en la propuesta y realización de actividades: a veces, una misma actividad puede ser recibida mejor en un momento del día que en otro. O, en el caso de que sea muy compleja para sus capacidades actuales, se puede fragmentar en partes más sencillas o adaptarla a las posibilidades cognitivas de la persona. 
    • Promover el inicio de las actividades. En muchos casos, la apatía dificulta a la persona con Alzheimer iniciar por sí misma las actividades, pero la incitación a veces es suficiente para ponerse a ello, y particularmente cuando la propuesta le resulta atractiva. Hay que mostrarse firme en la propuesta y la intención, a la vez que afectuoso y comprensivo. 
    • Ayudarle en la realización de las actividades y tareas, sin terminarlas por ella, para reforzar su sentimiento de utilidad y aportación productiva, evitando la frustración de no poder acabarlas por sí misma. 
    • Procurar que la persona se sienta productiva, útil y valorada, sin caer en una excesiva simplificación que pueda conllevar a exagerar las felicitaciones, que pueda percibir como un trato infantilizado. 
    • Proponer actividades significativas para la persona con Alzheimer. Escuchar música del agrado de la persona, o realizar actividades que la conecten con su historia de vida y sus recuerdos, puede ser una forma de despertar la motivación o la conexión con el entorno. 
    • Incluir la actividad física en las rutinas del día a día. Caminar, bailar o practicar algún deporte, en definitiva, la actividad física puede ayudar a disminuir la apatía, además de ser muy beneficiosa para el cerebro y para la salud general. 
    • Mostrar afecto. Es importante comprender que, aunque la persona parezca ausente o no muestre emociones o aparente indiferencia ante las personas y circunstancias de su entorno, ello se debe a los cambios cerebrales de la propia enfermedad, y no significa que no necesite del cariño y la comprensión de los demás. A veces, simplemente estar a su lado, darle la mano, una caricia o un abrazo puede ser muy reconfortante. 
    • Recordar que está presente. Aunque su actitud sea de ausencia y de parecer “desconectada” del entorno, la apatía no es reflejo de incapacidad para ver, oír y comprender lo que sucede a su alrededor. Es muy importante, por tanto, no actuar ni hablar de la persona con Alzheimer como si no se enterara de nada o no estuviera presente. Por el hecho de tener dificultad en expresar emociones no significa que no las sienta. 

    Si, a pesar de probar con este tipo de recomendaciones la apatía es muy acusada o persiste en el tiempo, habría que consultar con el médico especialista. Aunque no hay un tratamiento específico para la apatía, algunos fármacos, como los inhibidores de la colinesterasa, pueden contribuir a mejorar la apatía. El médico revisará el tratamiento de la persona con Alzheimer, o indagará si hay alguna otra causa que pueda explicar la acusada apatía. 

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