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¿Puede relacionarse la hipertensión con el Alzheimer u otras causas de demencia?

5 min lectura
5 agosto, 2024
Índice de contenidos

    La hipertensión arterial, también conocida como presión arterial alta, afecta a millones de personas en todo el mundo y puede influir significativamente en la salud cerebral y aumentar el riesgo de desarrollar Alzheimer u otras causas de demencia. En este artículo se explora esta conexión entre hipertensión y Alzheimer y se ofrecen consejos para prevenir y para manejar la hipertensión arterial.

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    ¿Qué es la hipertensión arterial?

    La hipertensión arterial se define como una elevación sostenida de la presión de la sangre en las arterias. La presión arterial se mide en milímetros de mercurio (mm Hg) y se representa con dos números: la presión sistólica (cuando el corazón late) y la presión diastólica (cuando el corazón está en reposo entre latidos). Una lectura de presión arterial de 130/80 mm Hg o superior se considera hipertensión. Esta condición puede dañar las arterias y contribuir al desarrollo de problemas de salud graves, incluidos trastornos cardiovasculares y cerebrales.

    ¿Cómo la hipertensión puede afectar a la salud cerebral?

    El cerebro es uno de los órganos más afectados por la hipertensión debido a su alta demanda de flujo sanguíneo. La hipertensión puede dañar los vasos sanguíneos del cerebro, reducir el aporte de sangre y causar lesiones en el tejido cerebral. Este daño neuronal puede dar lugar a problemas cognitivos y aumentar el riesgo de demencia. Diversos estudios indican que la prevalencia de la hipertensión aumenta con la edad, al igual que la incidencia de accidentes cerebrovasculares y la enfermedad de Alzheimer.

    Hipertensión y Alzheimer u otras causas de demencia

    La hipertensión se reconoce como uno de los 12 factores de riesgo de demencia identificados por la una prestigiosa comisión de expertos (Lancet Commission) sobre prevención, intervención y atención de la demencia. Además, se destaca como un importante factor de riesgo de accidentes cerebrovasculares y de demencia vascular.

    La hipertensión puede causar accidentes cerebrovasculares, que pueden aumentar el riesgo de desarrollo de demencia vascular. Los accidentes cerebrovasculares ocurren cuando se interrumpe el flujo sanguíneo al cerebro, lo que puede provocar daño cerebral permanente al infartarse la región afectada. Además, existen microinfartos, o pequeños accidentes cerebrovasculares, cuyo acúmulo con el tiempo puede contribuir al deterioro cognitivo.

    La demencia vascular es una forma de demencia como consecuencia de la reducción del flujo sanguíneo al cerebro debido a problemas con los vasos sanguíneos, en los que la hipertensión puede jugar un papel relevante. Controlar la hipertensión no solo reduce el riesgo de accidentes cerebrovasculares, sino que también previene la demencia vascular y otras formas de deterioro cognitivo. Algunas investigaciones incluso sugieren una relación entre hipertensión y Alzheimer. 

    En las personas afectadas por Alzheimer también se ha descrito patología de los vasos sanguíneos cerebrales que puede contribuir a la progresión y gravedad de los síntomas

    Los cambios vasculares pueden interactuar con otros rasgos neuropatológicos característicos del Alzheimer, como la acumulación de placas de beta-amiloide y de ovillos neurofibrilares de tau, pudiendo producirse una acción sinérgica que contribuya a la neurodegeneración y al deterioro cognitivo

    En este contexto cobra especial relevancia aquello de que “lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro” y, por tanto, la crucial importancia de controlar los factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión, para la prevención del Alzheimer y otras formas de deterioro cognitivo.

    Mecanismos explicativos de la relación entre hipertensión y Alzheimer u otras causas de demencia

    Existen varios mecanismos que pueden explicar la relación entre hipertensión y Alzheimer u otras causas de demencia. Entre ellos:

    • Estrés oxidativo. La hipertensión puede aumentar el estrés oxidativo, lo que daña las células cerebrales.
    • Función endotelial alterada. La presión arterial alta puede afectar la función de las células que recubren los vasos sanguíneos, lo que puede reducir el flujo de sangre al cerebro.
    • Inflamación. La hipertensión crónica puede provocar inflamación en el cerebro, lo que puede contribuir a la neurodegeneración.
    • Rigidez arterial. La presión arterial alta puede causar que las arterias se vuelvan rígidas, lo que también puede dificultar el flujo sanguíneo adecuado al cerebro.
    • Reducción de la barrera hematoencefálica. La barrera hematoencefálica es una red de tejido nervioso y vasos sanguíneos que protegen al cerebro de la entrada de patógenos y de sustancias tóxicas, además de servir como zona de paso para el oxígeno, nutrientes, agua, etc. La hipertensión puede aumentar la permeabilidad de la barrera hematoencefálica, permitiendo que sustancias dañinas entren al cerebro.
    • Menor eliminación de beta-amiloide. La hipertensión puede dificultar la eliminación de beta-amiloide, una proteína asociada con el Alzheimer.

    Numerosos estudios han demostrado la relación entre la hipertensión y el deterioro cognitivo. En personas de mediana edad, la hipertensión ha sido consistentemente asociada con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia en la edad avanzada. Varios estudios longitudinales, que siguen a los participantes durante largos periodos, han demostrado que la hipertensión en la mediana edad está relacionada con una disminución del rendimiento cognitivo y un mayor riesgo de demencia en etapas más tardías de la vida.

    Manejo de la hipertensión arterial

    El manejo de la hipertensión es esencial para un envejecimiento cerebral saludable y, así, reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer u otras causas de demencia, además de otras alteraciones de salud. A continuación, se ofrecen algunos consejos para controlar la hipertensión arterial:

    • Mantener un peso saludable. El exceso de peso puede contribuir a la hipertensión arterial. Perder peso puede ayudar a reducirla.
    • Ejercicio regular. La actividad física regular puede ayudar a reducir la presión arterial. Se recomienda al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana, como caminar, nadar o ir en bicicleta.
    • Dieta saludable. Una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras puede ayudar a reducir la presión arterial. Limitar la ingesta de sal, grasas saturadas y azúcares añadidos es fundamental para un adecuado control de la tensión arterial.
    • Limitar el consumo de alcohol. Tan solo un consumo moderado de alcohol puede aumentar la presión arterial. 
    • No fumar. Fumar aumenta la presión arterial y daña los vasos sanguíneos. Dejar de fumar mejora la salud general y reduce el riesgo de enfermedades del corazón y del cerebro.
    • Manejo del estrés. El estrés puede contribuir a la hipertensión. Practicar técnicas de relajación, como la meditación, el yoga o la respiración profunda, puede ayudar a reducir el estrés.
    • Consultar con un médico. Seguir las recomendaciones médicas y tomar los medicamentos prescritos para controlar la hipertensión es fundamental. No se debe dejar de tomar los medicamentos sin consultar antes con el equipo médico de referencia.

     

    Otras intervenciones no farmacológicas, como la dieta DASH (por sus siglas en inglés: Dietary Approaches to Stop Hypertension), que es rica en frutas, verduras y productos lácteos bajos en grasa, han demostrado ser eficaces en la reducción de la presión arterial. Además, la dieta mediterránea, es perfectamente adaptable a la necesidad de control de la hipertensión y favorece la prevención del Alzheimer. La mejora del sueño también son estrategias útiles para controlar la hipertensión.

    Además de las modificaciones en el estilo de vida, existen intervenciones farmacológicas que pueden ser eficaces en el control de la hipertensión. Los medicamentos antihipertensivos, como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA), los bloqueadores de los receptores de angiotensina, los diuréticos y los betabloqueantes, se utilizan comúnmente para tratar la hipertensión, pero siempre deben ser prescritos y controlados por personal médico.

    En resumen, es cierto que la hipertensión es un factor de riesgo para el Alzheimer y otras causas de demencia. Sin embargo, controlando la presión arterial mediante un estilo de vida saludable y siguiendo las recomendaciones médicas puede ayudar a reducir este riesgo y favorecer a la salud cerebral. La prevención y el manejo de la hipertensión son fundamentales para preservar las capacidades cognitivas y tener un envejecimiento cognitivo satisfactorio. 

    Referencias y enlaces de interés

    • DeCarli C. The link between blood pressure and Alzheimer's disease. Lancet Neurol. 2021;20(11):878-879. 
    • Fisher RA, Miners JS, Love S. Pathological changes within the cerebral vasculature in Alzheimer's disease: New perspectives. Brain Pathol. 2022 Nov;32(6):e13061.
    • Fundación Española del Corazón. Controlar la hipertensión arterial podría retrasar el desarrollo de Alzhéimer y demencia vascular.
    • Livingston G, Huntley J, Sommerlad A, et al. Dementia prevention, intervention, and care: 2020 report of the Lancet Commission. Lancet. 2020 Aug 8;396(10248):413-446. 
    • Sierra C. Hypertension and the Risk of Dementia. Front Cardiovasc Med. 2020;7:5.
    • Tang C, Ma Y, Lei X et al. Hypertension linked to Alzheimer's disease via stroke: Mendelian randomization. Sci Rep. 2023 Dec 7;13(1):21606.

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