Tratamiento para el Alzheimer: panorama actual y avances médicos

Tratamiento para el Alzheimer: panorama actual y avances médicos

7 min lectura
27 agosto, 2025
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    Hasta la actualidad, los tratamientos para la enfermedad de Alzheimer podían paliar los síntomas, sin capacidad curativa. Es decir, los tratamientos disponibles hasta ahora para la enfermedad de Alzheimer sirven para mitigar los signos de la enfermedad, sin poder modificar su curso neuropatológico. 


    Esta situación ha empezado a cambiar con la llegada de nuevos fármacos como lecanemab, que actúan sobre las causas biológicas de la enfermedad y abren la puerta a una nueva etapa en su abordaje. Tras su aprobación en varios países, lecanemab ha sido recientemente autorizado también por la Agencia Europea del Medicamento (EMA). En España, aún está pendiente la decisión sobre su inclusión en la cartera pública.

    En este artículo, repasamos los tratamientos actualmente disponibles para el Alzheimer y su papel en la mejora de la calidad de vida de las personas afectadas.

    ¿Para qué sirven los tratamientos farmacológicos existentes?

    Cuando se diagnostica la enfermedad de Alzheimer, el personal médico especialista puede optar entre varios tratamientos farmacológicos. Aunque estos fármacos no modifican el curso neurobiológico de la enfermedad, ayudan a paliar algunos síntomas, disminuyendo su intensidad y contribuyendo a una mayor calidad de vida de pacientes y familiares. Su efectividad, no obstante, va disminuyendo con la progresión de la enfermedad.  

    De forma complementaria al tratamiento farmacológico existen también las llamadas terapias no farmacológicas como los programas de estimulación cognitiva. Pueden realizarse de manera individualizada o en grupo, especialmente cuando la enfermedad aún no ha llegado a sus fases más avanzadas.

    ¿Qué tipo de medicamentos se utilizan actualmente en el tratamiento del Alzheimer?

    Los medicamentos que se prescriben para mitigar los síntomas del Alzheimer son los siguientes:

    1. Inhibidores de la acetilcolinesterasa

    Diversos estudios indican que los inhibidores de la acetilcolinesterasa retrasan la degradación de la acetilcolina, un neurotransmisor implicado en los procesos de la memoria y el aprendizaje. Suelen indicarse en fases de leve a moderadamente graves de la enfermedad de Alzheimer. Su acción permite potenciar temporalmente algunas funciones cognitivas, como la memoria y la atención, así como cierto control de determinados síntomas conductuales.

    Los resultados clínicos y de investigación indican que estos medicamentos influyen también en las actividades de la vida diaria, lo que favorece la autonomía de las personas con Alzheimer.

    Los medicamentos incluidos en este grupo son el donepezilo, la galantamina y la rivastigmina. Los tres funcionan de manera parecida, pero dependiendo de las características clínicas de cada paciente, el equipo de Neurología optará por uno u otro y hará el seguimiento de su eficacia y tolerancia que, en general, es buena. Hay que informar al equipo médico de posibles efectos secundarios para su valoración y, si fuera necesario, modificar la dosis, valorar un tratamiento alternativo, o suspenderlo.

    2. Memantina

    La memantina suele prescribirse en fases algo más avanzadas de la enfermedad. Se ha mostrado eficaz a nivel cognitivo, en el funcionamiento global y en el desempeño en las actividades de la vida diaria. En este caso, la acción farmacológica está relacionada con la acción de otro neurotransmisor, el glutamato, que también está implicado en algunas funciones cognitivas.

    3. Fármacos para el control de alteraciones conductuales

    En determinados momentos de la evolución de la enfermedad, el equipo médico puede considerar necesario prescribir, temporalmente, además del tratamiento de base, algún fármaco para el control de algunas alteraciones afectivas (depresión, ansiedad), problemas de sueño o manifestaciones conductuales (agitación, agresividad, alucinaciones o delirios

    Cuando los síntomas predominantes son de tipo afectivo, pueden estar indicados los fármacos antidepresivos, como el citalopram, la sertralina o la trazodona. En general, no se recomienda el uso de ansiolíticos o hipnóticos sedantes de la familia de las benzodiacepinas (como el lorazepam, el clorazepato de dipotasio o el diazepam), puesto que pueden agravar la desorientación, generan dependencia y, a largo plazo, se asocian a mayor riesgo de deterioro cognitivo, pero, en cualquier caso, será el equipo médico de referencia quien valorará cuál es el fármaco más oportuno en cada caso. Es por ello que el tratamiento de los problemas de sueño deberá considerarse de forma individualizada para valorar el riesgo/beneficio del tratamiento con hipnóticos sedantes como las benzodiazepinas y los agonistas de las benzodiazepinas. Deberán valorarse, además, otras dianas terapéuticas como la melatonina de acción retardada o antagonistas duales del receptor de la orexina (daridorexant). 

    Ante determinadas alteraciones conductuales, los fármacos de elección suelen ser los denominados antipsicóticos, siendo la quetiapina y la risperidona los más utilizados. La dosis y duración dependerá de la gravedad de los síntomas y siempre deberá seguirse estrictamente la pauta médica.

    Medicamentos específicos para el tratamiento del Alzheimer

    Tipo de fármaco

    Nombre 

    Fases de la enfermedad de Alzheimer

    Inhibidores de la acetilcolinesterasa

    Donepezilo

    De leve a grave

    Inhibidores de la acetilcolinesterasa

    Galantamina 

    De leve a grave

    Inhibidores de la acetilcolinesterasa

    Rivastigmina

    De leve a grave

    Memantina

    Memantina

    De moderado a grave

     

    Este cuadro tiene carácter meramente informativo. En cada caso individual, siempre prevalecerá la decisión o la  opinión del neurólogo.

    La llegada de nuevos tratamientos para el Alzheimer y perspectivas en investigación

    Durante décadas, los tratamientos disponibles para el Alzheimer se han centrado exclusivamente en aliviar los síntomas. Sin embargo, en los últimos años se han logrado avances que abren la puerta a un nuevo enfoque terapéutico, centrado en intervenir sobre los procesos biológicos de la enfermedad. Aquí, se enmarcan las terapias dirigidas a eliminar o prevenir la acumulación de beta amiloide.

    Las placas de beta amiloide son uno de los rasgos característicos del Alzheimer. Varias líneas de investigación buscan reducir su formación o facilitar su eliminación, bien mediante anticuerpos monoclonales como lecanemab o donanemab, bien bloqueando las enzimas que participan en su producción. 

    Aunque algunas de estas estrategias han tenido resultados dispares, siguen siendo uno de los focos prioritarios de desarrollo. Ya empezamos a disponer de resultados positivos en esta línea como es el caso de los fármacos lecanemab y donanemab, dos anticuerpos monoclonales que han demostrado ralentizar el deterioro cognitivo en personas en fases iniciales. Su aprobación en Estados Unidos y, más recientemente, en Europa, marca un cambio de paradigma: por primera vez, se dispone de tratamientos que actúan sobre los mecanismos subyacentes de la enfermedad como la acumulación de proteína beta amiloide en el cerebro.

    Además de estos avances, la investigación actual se desarrolla en múltiples frentes, la mayoría de ellos aún en fases muy iniciales y que requieren un tiempo de desarrollo. Algunas de las estrategias más relevantes incluyen:

    • Intervenciones sobre la proteína tau. Otro objetivo clave es evitar la acumulación anómala de la proteína tau en forma de ovillos dentro de las neuronas, lo que interfiere con su funcionamiento. Actualmente, se estudian vacunas e inhibidores específicos que podrían frenar este proceso.
    • Vínculos entre salud cardiovascular y deterioro cognitivo. Factores como la hipertensión, la diabetes o el colesterol elevado pueden aumentar el riesgo de Alzheimer. Por eso, se están evaluando tratamientos cardiovasculares ya conocidos, como los antihipertensivos, para ver si pueden contribuir a prevenir o ralentizar el deterioro cognitivo.
    • Estudio del metabolismo y la sensibilidad a la insulina. Algunas investigaciones sugieren que la resistencia a la insulina en el cerebro podría estar relacionada con el deterioro cognitivo. Aunque los primeros ensayos con espráis de insulina no han sido concluyentes, sigue siendo una vía de interés.
    • El papel de las hormonas. La relación entre estrógenos y función cognitiva ha sido objeto de numerosos estudios. Aunque los resultados son mixtos, se sigue investigando cómo podrían influir los tratamientos hormonales en el riesgo de desarrollar Alzheimer.
    • Modulación de la respuesta inflamatoria en el cerebro. La inflamación crónica es una característica del Alzheimer en fases avanzadas. Algunos fármacos en investigación, como el sargramostim, buscan estimular al sistema inmunitario de forma controlada para que ayude a proteger el tejido cerebral.
    • Protección de la comunicación entre neuronas. Se exploran tratamientos que intentan restaurar la actividad sináptica deteriorada, como el saracatinib, originalmente desarrollado como fármaco oncológico, pero que ha mostrado efectos beneficiosos en modelos animales al reactivar las conexiones neuronales.

    Actualmente, hay 182 ensayos clínicos activos que evalúan 138 fármacos diferentes en el marco del tratamiento del Alzheimer. De ellos, el 74 % están orientados a modificar el curso de la enfermedad. La diversidad de enfoques y el creciente conocimiento sobre los procesos que intervienen en el Alzheimer permite vislumbrar un horizonte terapéutico mucho más amplio que hace solo unos años.

    ¿El Alzheimer se puede prevenir?

    Por ahora, no contamos con ninguna prueba concluyente que nos indique que existe un único medicamento, un elemento nutricional o un procedimiento cognitivo que evite el riesgo de padecer Alzheimer.

    No obstante, en los últimos años, hay cada vez mayor evidencia científica de que aquello que es bueno para el corazón, también lo es para el cerebro. Es importante, pues, prevenir los factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia…) y seguir unos hábitos de vida saludables basados en cinco pilares fundamentales: 



    ¡Cuidado con las curas “milagrosas” y las falsas promesas para tratar el Alzheimer!

    Como sucede con otras enfermedades, a medida que crece la preocupación social por la amenaza que supone el Alzheimer, se tiende a buscar formas de prevenirlo y de reforzar nuestra salud cerebral, pero hay quien ve una oportunidad para obtener ganancias económicas vendiendo falsas esperanzas. 

    Estas formas de pseudomedicina, falsas promesas o curas “milagrosas”, se suelen presentar bajo una apariencia científica, pero carecen del necesario rigor. A menudo son promovidas por profesionales de la salud con titulación, pero de ética dudosa y con intereses económicos vinculados al producto o terapia en cuestión. 

    Frecuentemente, tales terapias están basadas en supuestos orígenes de la enfermedad no confirmados científicamente y los tratamientos ofrecidos pueden no solo no ser efectivos, sino que incluso pueden ser perjudiciales. Es habitual que se valgan de declaraciones de testimonios individuales como si fueran pruebas científicas. Pero, a pesar de todo ello, a veces logran tener una gran penetración en el mercado gracias a la inversión en publicidad engañosa, lo que puede representar un gasto considerable, e inútil, para quienes caen en sus redes.

    Actualmente, decenas de investigaciones científicas alrededor de todo el mundo buscan tratamientos efectivos para la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, hasta ahora, ningún tratamiento ha demostrado que pueda revertir el avance de la enfermedad.

    Es aconsejable dudar de productos “milagrosos” presentados como cura para el Alzheimer y comercializados por empresas que solo buscan el beneficio económico, aprovechándose de la vulnerabilidad y la preocupación de las personas afectadas y sus familias.

    Por ello, antes de adquirir cualquier producto sin receta médica o seguir cualquier terapia alternativa, es recomendable consultar con el equipo médico de referencia.

    Tratamiento para el Alzheimer: perspectivas actuales y futuras 

    A día de hoy, convivir con el Alzheimer sigue siendo un gran reto tanto para quienes lo padecen como para sus familias. Sin embargo, el conocimiento sobre la enfermedad ha avanzado de forma notable y, con él, las posibilidades de intervenir de manera más eficaz. 

    Aunque no existe una cura, los tratamientos actuales, tanto farmacológicos como no farmacológicos, pueden contribuir a preservar la calidad de vida durante más tiempo. Y lo que es más prometedor: la llegada de nuevas terapias que actúan sobre los mecanismos del Alzheimer abre una nueva etapa en la que detener o ralentizar su evolución ya no es solo una posibilidad teórica. La investigación continúa siendo el camino más sólido para transformar el futuro de millones de personas.

    Referencias y enlaces de interés

    Publicado originalmente el 21 de noviembre de 2017, actualizado el 27 de agosto de 2025.

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