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Consejos para pedir ayuda

Consejos para pedir ayuda de forma eficaz


La labor de cuidar a un familiar con Alzheimer requiere de una dedicación cada vez mayor y más exhaustiva, siendo difícil de sobrellevar por una sola persona, quien ejerce la función de la persona cuidadora principal, por lo que conocer algunos consejos para pedir ayuda, en una situación de estas características, será fundamental.

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Recibir ayuda del entorno más próximo posibilitará que la persona cuidadora pueda dedicar un tiempo a sí mismo, lo que redundará en su bienestar. Gozar de este tiempo le permitirá también, tomar algo de distancia de una situación tan absorbente y analizar las cosas desde otra perspectiva. La atención a uno mismo, a las propias necesidades físicas y psíquicas, ayudará a prevenir la sobrecarga de la persona cuidadora y será fuente de energía para seguir abordando los retos del día a día. 

Ahora bien, aunque a menudo la persona cuidadora desea poder contar con más apoyo, algunas personas cuidadoras son reticentes a pedir ayuda. Esto sucede, probablemente y entre otras cosas, por no saber por dónde empezar o cómo pedirla. Por eso, proponemos a continuación algunas reflexiones y consejos para pedir ayuda de forma eficaz:

Consejos para pedir ayuda, las claves

  • Tener claro y concretar la ayuda solicitada. Es importante estructurar correctamente la petición de ayuda de forma que queden cubiertos los siguientes aspectos: qué se necesita, cómo habría que hacerlo, cuándo es necesaria la ayuda, para qué la pedimos a (no es necesario dar excesivos detalles personales, pero si la otra persona comprende la situación, será más fácil que se ponga en nuestro lugar) y por último, destacar de forma clara lo más importante a tener en cuenta de la actuación. Por ejemplo, si la finalidad es ir a la peluquería, el tipo de ayuda a solicitar puede ser que alguien se quede en casa o salga a pasear ese rato con nuestro familiar. Esta delimitación facilitará la decisión de a quién podemos pedir ayuda, así como que la persona escogida pueda calibrar fácilmente su posibilidad de prestarla.
  • No pretender que la ayuda llegue de forma automática y mucho menos, asumir que existe un rechazo a darla. Es decir, el hecho de que haya personas que de forma espontánea no se ofrezcan a ayudar, no quiere decir que si se lo pedimos, no estén dispuestas a hacerlo. Es fácil que alguien no se atreva a ofrecernos ayuda sin que se la pidamos, porque piense que de alguna forma, se está entrometiendo en nuestra vida privada. Sin embargo, cuando recibe la demanda puede estar encantada de echar una mano. 
  • Acotar y especificar en qué se necesita ayuda. Hacer una lista de puntos concretos permite definir las vías efectivas para pedir y recibir la ayuda necesaria. A veces, el ajetreo y la presión del día a día puede llevar a la persona cuidadora a sentirse bloqueado y no saber ni qué pedir concretamente, incluso cuando alguien le ofrece ayudarle en lo que necesite. Puede resultar eficaz, a medida que se perciba una necesidad de ayuda, tomarse un momento para anotar en una libreta tareas concretas que creemos que podríamos pedir a otras personas y disminuir así la sobrecarga. Por ejemplo: realizar la compra, salir a pasear con la persona con Alzheimer para disponer de un rato para uno mismo, ayuda con las gestiones económicas, asistencia con algunas tareas del hogar, etc. De esta forma, cuando nos dispongamos a pedir o a aceptar ayuda, será más fácil ser específico. 
  • No querer mantener a toda costa la apariencia de que todo está bajo control. A veces se opta por actuar así para no preocupar a los demás pero de esta forma, será más difícil que otras personas de nuestro alrededor se movilicen para prestar ayuda. 
  • Pedir ayuda de forma asertiva, evitando expresiones hostiles y reproches. Es importante distinguir entre pedir y exigir, aunque uno se sienta con el derecho a hacerlo
  • Facilitar la actuación de quien da la ayuda: cuando alguien va a ayudarnos en algún aspecto concreto es importante informarle bien sobre la condición dela persona enferma, explicar posibles reacciones conductuales, solicitar cosas “manejables” para quien ayuda, ser flexible y no criticar la actuación de quien ayuda por no ajustarse exactamente a cómo se desearía que lo hiciera. Hay que tratar de aceptar que, aunque otra persona no actúe exactamente igual que nosotros, no quiere decir que su ayuda no pueda ser útil. 

Formas de ayuda que la persona cuidadora puede recibir

La situación de dependencia progresiva de la persona a quien se cuida conlleva distintas necesidades de ayuda en cada fase. Estas necesidades también dependerá de las personas con quien la persona cuidadora puede contar en su día a día y de las repercusiones que puedan tener determinados cambios de rol o de asunción de nuevas responsabilidades, más allá de las propias tareas relacionadas directamente con el cuidado. Por ello, son diversas las formas en que se puede recibir ayuda: 

  • Ocuparse de la persona dependiente en ciertos momentos para que la persona cuidadora pueda dedicar ese espacio a sus propias necesidades.
  • Ofrecer apoyo escuchando a la persona cuidadora, para proporcionar un espacio en el que pueda desahogarse y compartir sentimientos íntimos.
  • Acompañar a la persona cuidadora en actividades de ocio si así lo desea.
  • Enseñar a la persona cuidadora habilidades o tareas útiles para el manejo de quehaceres cotidianos que puedan suponer para él una novedad: hacer la colada, cocinar, gestionar cuentas, planchar…
  • Hacer recados, compras, etc. que la persona cuidadora precise y no pueda encargarse él mismo.
  • Realizar trámites y gestiones que liberen la carga de tareas de la persona cuidadora.
  • Ofrecer apoyo económico.
  • Recabar información práctica y válida sobre recursos comunitarios, subvenciones…

Tal vez se necesiten varios intentos antes de conseguir que la demanda de ayuda surta el efecto deseado o que se ajuste realmente a las necesidades. Hay que tener presente que también las circunstancias personales de los demás miembros de la familia pueden ser cambiantes y que quizás, lo que en un momento dado no parece viable, tal vez fluya más fácilmente en otro. 

Si se piensa en el largo proceso de cuidar a un ser querido con Alzheimer como una maratón y no como una carrera de velocidad puede facilitar la comprensión de la importancia de dosificar los recursos. La dosificación de la ayuda, aunque vaya siendo en pequeños gestos y acciones ayudará a que la persona cuidadora conserve energía para todo el camino. 

Categorías: Consejos y cuidados

21.10.2019

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Acerca del autor

En la Fundación Pasqual Maragall investigamos la detección y prevención de la enfermedad de Alzheimer, promocionamos un envejecimiento saludable y trabajamos para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas y cuidadoras.

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