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Consejos para pedir ayuda de forma eficaz

5 min lectura
21 junio, 2024
Índice de contenidos

    La labor de cuidar a un familiar con Alzheimer requiere de una dedicación cada vez mayor y más exhaustiva, siendo difícil de sobrellevar por una sola persona, quien ejerce la función de cuidadora principal. Por esta razón, conocer algunos consejos para pedir ayuda, en una situación de estas características, será fundamental.

    Recibir ayuda del entorno más próximo posibilitará que la persona cuidadora pueda dedicar un tiempo a sí misma, lo que redundará en su bienestar. Gozar de este tiempo también le permitirá tomar algo de distancia de una situación tan absorbente y analizar las cosas desde otra perspectiva. La atención a una misma, a las propias necesidades físicas y psíquicas, ayudará a prevenir la sobrecarga y será fuente de energía para seguir abordando los retos del día a día. 

    Ahora bien, aunque a menudo el cuidador desea poder contar con más apoyo, algunos cuidadores son reticentes a pedir ayuda. Esto sucede, probablemente y entre otras cosas, por no saber por dónde empezar o cómo pedirla. Por eso, proponemos a continuación algunas reflexiones y consejos para pedir ayuda de forma eficaz.

    Consejos clave para pedir ayuda

    Tener clara la necesidad y concretar la ayuda solicitada

    Es importante estructurar correctamente la petición de ayuda de forma que queden cubiertos los siguientes aspectos: qué se necesita, cómo habría que hacerlo, cuándo es necesaria la ayuda, para qué la pedimos (no es necesario dar excesivos detalles personales, pero si la otra persona comprende la situación, será más fácil que se ponga en nuestro lugar) y, por último, destacar de forma clara lo más importante a tener en cuenta de la actuación. Por ejemplo, si la finalidad es ir a la peluquería, el tipo de ayuda a solicitar puede ser que alguien se quede en casa o salga a pasear ese rato con nuestro familiar. Esta delimitación facilitará la decisión de a quién podemos pedir ayuda, así como que la persona escogida pueda calibrar fácilmente su posibilidad de prestarla.

    No pretender que la ayuda llegue de forma automática

    Y, mucho menos, asumir que existe un rechazo a darla. Es decir, el hecho de que haya personas que no se ofrezcan a ayudar de forma espontánea no quiere decir que, si se lo pedimos, no estén dispuestas a hacerlo. Es fácil que alguien no se atreva a ofrecernos ayuda sin que se la pidamos. Tal vez piense que, de alguna forma, se está entrometiendo en nuestra vida privada. Sin embargo, cuando recibe la demanda, puede estar encantada de echar una mano. 

    Acotar y especificar en qué se necesita ayuda

    Hacer una lista de puntos concretos permite definir las vías efectivas para pedir y recibir la ayuda necesaria. A veces, el ajetreo y la presión del día a día puede llevar a la persona cuidadora a sentirse bloqueada y no saber ni qué pedir concretamente, incluso cuando alguien le ofrece ayudarle en lo que pueda necesitar. 

    Puede resultar eficaz tomarse un momento para anotar en una libreta tareas concretas que creemos que podríamos pedir a otras personas y disminuir así la propia sobrecarga. Por ejemplo: realizar la compra, salir a pasear con la persona con Alzheimer para disponer de un rato para uno mismo, ayudar con las gestiones económicas, asistencia con algunas tareas del hogar, etc. De esta forma, cuando nos dispongamos a pedir o a aceptar ayuda, será más fácil ser específico. 

    No querer mantener a toda costa la apariencia de que todo está bajo control

    A veces se opta por actuar así para no preocupar a los demás, pero, de esta forma, será más difícil que otras personas de nuestro alrededor se movilicen para prestar ayuda. 

    Pedir ayuda de forma asertiva

    Evitando expresiones hostiles y reproches. Es importante distinguir entre pedir y exigir, aunque nos sintamos con el derecho a hacerlo

    Facilitar la actuación de quien da la ayuda

    Cuando alguien va a ayudarnos en algún aspecto concreto, es importante informarle bien de la situación de la persona con Alzheimer, explicar posibles reacciones conductuales, solicitar cosas “manejables” para quien se le piden, ser flexible y no criticar la actuación de quien ayuda por no ajustarse exactamente a cómo se desearía que lo hiciera. Hay que tratar de aceptar que, aunque otra persona no actúe exactamente igual que nosotros, no quiere decir que su ayuda no pueda ser útil. 

    Formas de ayuda que la persona cuidadora puede recibir

    La situación de dependencia progresiva de la persona a quien se cuida conlleva distintas necesidades de ayuda en cada fase. Estas necesidades también dependerán de con quién puede contar en su día a día la persona cuidadora y de las repercusiones que puedan tener determinados cambios de rol o de asunción de nuevas responsabilidades, más allá de las propias tareas relacionadas directamente con el cuidado. Por ello, son diversas las formas en que la persona cuidadora puede recibir ayuda

      • Ocuparse de la persona dependiente en ciertos momentos, para que quien la cuida pueda dedicar ese espacio a sus propias necesidades.
      • Ofrecer apoyo escuchando a la persona cuidadora para proporcionarle un espacio en el que pueda desahogarse y compartir sentimientos íntimos.
      • Acompañar a la persona cuidadora en actividades de ocio si así lo desea.
      • Enseñar a quien cuida habilidades o tareas útiles para el manejo de quehaceres cotidianos que puedan suponer para esta persona una novedad: hacer la colada, cocinar, gestionar cuentas, planchar…
      • Hacer recados, compras, etc. que la persona cuidadora precise y no pueda encargarse ella misma.
      • Realizar trámites y gestiones que disminuyan el número de tareas pendientes de la persona cuidadora.
    • Ofrecer apoyo económico.
    • Recabar información práctica y válida sobre recursos sociales, subvenciones…
    • Asistir a sesiones de terapia, individuales o grupales, donde recibir apoyo psicológico.

     

    Gestionar posibles conflictos familiares ante la necesidad de pedir ayuda

    Tal vez se necesiten varios intentos antes de conseguir que la demanda de ayuda surta el efecto deseado o que se ajuste realmente a las necesidades. Hay que tener presente tanto las necesidades de la persona con Alzheimer y de quien la cuida, como las circunstancias personales de los demás miembros de la familia, que pueden ser cambiantes y que, quizás, lo que en un momento dado no parece viable, tal vez fluya más fácilmente en otro. 

    En algunas ocasiones, pueden surgir conflictos familiares, derivados de las dificultades de compaginar las necesidades de cuidado de la persona con Alzheimer, las de la persona cuidadora principal y las de otros miembros de la familia. Además, cada persona tiene diferentes deseos, intereses y valores que pueden generar tensiones por falta de entendimiento entre unas y otras. 

    Gestionar las emociones ante el día a día con un ser querido con Alzheimer puede resultar complejo, pero, una de las formas más eficaces de resolver conflictos pasa por pedir ayuda y con una buena comunicación. 

    Por eso, si se sabe de antemano que existen discrepancias con otros miembros de la familia sobre las necesidades de la persona con Alzheimer, es aconsejable que, quien se ocupa principalmente del cuidado y siente que ha de pedir ayuda:

    • Elija el momento más adecuado.
    • Trate de relajarse antes de mantener una conversación que puede resultar tensa o incómoda.
    • Escuche la opinión de las otras personas sin interrumpir ni juzgar, pero haciendo valer lo mismo para la persona cuidadora cuando exprese sus necesidades. 
    • Evite pensar que la mejor forma de solucionar los conflictos es evitar tratar las situaciones que pueden llevar a ellos. Es mejor afrontarlos asertivamente y tratar de encontrar soluciones.
    • A veces, es recomendable contar con la colaboración de una tercera persona que pueda ser imparcial y que trate de mediar para encontrar fórmulas de consenso y compromisos por las diferentes partes. 

    Pensar en el largo proceso de cuidar a un ser querido con Alzheimer como una maratón, y no como una carrera de velocidad, puede facilitar la comprensión de la importancia de dosificar los recursos y de pedir ayuda. La dosificación de la ayuda, aunque vaya siendo en pequeños gestos y acciones, ayudará a que la persona cuidadora conserve energía para todo el camino. En este recorrido, la red de apoyo familiar es fundamental. 

     

    Referencias y enlaces de interés

    • CEAFA. Contar con una red de apoyo familiar es clave en el cuidado de una persona con Alzheimer.  
    • NIA-NIH (National Institute of Aging-National Institute of Health). Ayudar a los familiares y a otros a entender la enfermedad de Alzheimer. 

     

    Publicado originalmente el 9 de octubre de 2019, actualizado el 21 de junio de 2024.

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