Por eso, en culturas anglosajonas, hay una tendencia cada vez más creciente a referirse a este tipo de conductas como “comportamientos que retan” porque, efectivamente, no siempre son alteraciones en un sentido neurobiológico, sino desajustes entre las necesidades de la persona con Alzheimer y el entorno que suponen un reto para las personas cuidadoras.
No siempre es fácil abordar las alteraciones de la conducta, pero, como veremos más adelante, se pueden seguir algunas estrategias y recomendaciones que favorecen la disminución de su aparición o de su intensidad.
Cambios de comportamiento o alteraciones de la conducta frecuentes
El tema de las alteraciones de la conducta en personas con enfermedad de Alzheimer o con demencia por cualquier otra causa lo hemos tratado en diferentes artículos de este blog que invitamos a consultar en cada caso. Por la distorsión de la fluidez en la interacción de la persona con el entorno y de otras personas hacia ella, a veces, algunas son referidas como conductas disruptivas.
Sin pretender ser exhaustivos, recogemos aquí algunas alteraciones de la conducta o cambios de comportamiento frecuentes en personas con demencia:
- Apatía. La falta de iniciación espontánea de actividad es muy frecuente y, a menudo, causa de gran demanda de atención por parte de las personas cuidadoras.
- Alucinaciones. Se refiere al hecho de ver, oír o sentir cosas que percibe la persona como reales cuando no lo son.
- Ideas delirantes. Son aquellas creencias falsas que la persona toma por ciertas y actúa o reacciona según su convencimiento, como, por ejemplo, no tomar la medicación por pensar que la quieren envenenar.
- Irritabilidad o agresividad. A veces, la persona con deterioro cognitivo puede actuar de forma desproporcionada a la situación o al estímulo al que responde.
- Deambulación sin motivo aparente. Sea por alguna incomodidad, molestia, por desorientación espacial o por no recordar lo que pretendía hacer, tal vez la persona camine o vaya y venga sin motivo aparente.
- Alteraciones relacionadas con el sueño. Es muy frecuente que las personas con Alzheimer presenten cambios en los patrones de sueño que pueden ser causa de disminución de su bienestar, así como del de las personas cuidadoras.
¿Cómo gestionar las alteraciones de la conducta?
Existen algunas consideraciones generales que deben tenerse presentes a la hora de gestionar algunas alteraciones de la conducta que puede presentar una persona con Alzheimer, además de ser útiles para prevenir su aparición en el futuro:
- Acomodar o integrar la conducta en la actividad diaria.
- Recordar que toda conducta tiene una intención.
- Supervisar la medicación y consultar con el especialista.
- Preservar y simplificar.
- Adaptar el entorno físico.
- Dar confianza.
- Fomentar una mejor comunicación.
Acomodar o integrar la conducta en la actividad diaria
Nuestro ser querido ahora padece una enfermedad que afecta al correcto funcionamiento del cerebro. Si intentamos cambiar o modificar su conducta, seguramente no tendremos éxito. Por ello, es recomendable intentar acomodar la conducta y no tratar de controlarla. Por ejemplo, si la persona insiste en llevar una chaqueta puesta, aunque sea verano y haga calor, busquemos una especialmente fina, procurando que la prenda de debajo sea bien fresca, en vez de insistir una y otra vez en que no debe llevar chaqueta o tratar de quitársela. Hay que recordar que nosotros sí podemos hacer el esfuerzo de ponernos en su lugar.
Recordar que toda conducta tiene una intención
A menudo, la persona con demencia no puede expresar lo que quiere o lo que necesita. Es necesario intentar deducir qué necesidades trata de comunicar mediante su conducta y, cuando sea posible, dar opciones para satisfacerlas. Es importante comprender que muchas conductas vienen incitadas o provocadas por alguna cosa. Podría ser lo que alguien hizo o dijo, o algún cambio en el entorno, aunque este pueda parecer insignificante. Hay que tratar de detectar qué acciones, expresiones o situaciones provocan las alteraciones de la conducta. Llevar un registro de tales episodios puede resultar útil para hallar desencadenantes.
Supervisar la medicación y consultar con el especialista
La aparición de alteraciones de conducta puede tener una causa médica, como que la persona sienta dolor o que padezca efectos secundarios de algún medicamento y, por tanto, puede tener tratamiento. Hay que asegurarse de que la persona toma la medicación que le ha sido indicada de forma adecuada y, si se producen reacciones o efectos secundarios, hay que consultar con el equipo médico de referencia. Es aconsejable llevar una lista actualizada de la medicación que toma siempre que tenga una visita médica de cualquier especialidad.
Preservar y simplificar
Es importante dedicar esfuerzos en facilitarle la máxima autonomía en el desarrollo de las actividades de la vida diaria, especialmente aquellas que pueden afectar a su sentimiento de dignidad (como comer, asearse o hacer uso del baño). Intentar que adquiera nuevas habilidades o recupere las que ya se han perdido solo generará sensación de frustración en ambas partes.
Para fomentar la autonomía es necesario simplificar. Es recomendable seguir rutinas sencillas y evitar situaciones en las que se requiera la toma de decisiones importantes por parte de la persona afectada.
Adaptar el entorno físico
Con el objetivo de minimizar la confusión, la ansiedad o potenciales peligros, es recomendable realizar algunas variaciones del entorno para adaptarlo al progresivo declinar de sus capacidades cognitivas (poner seguros en las puertas si tiende a deambular, poner carteles indicadores de los espacios más relevantes para facilitar su orientación, cuidar la iluminación, etc.).
Dar confianza
- Hacer sentir a la persona segura y querida cada día, incluso aunque no siempre responda como desearíamos.
- Emplear un tono de voz tranquilo y afectuoso.
- Mostrar una actitud comprensiva y no defensiva.
- Ayudar a la persona a sentirse orientada, especificando expresamente los distintos momentos del día a medida que van sucediendo, recordándole la fecha o, de no considerarse relevante, la estación o la época del año, el lugar donde se encuentra, lo que estamos haciendo y el nombre y la relación que tiene con las personas que se encuentran con ella.
Fomentar una mejor comunicación
Hay que intentar adaptarse a su capacidad de comunicación y tratar de comprender sus palabras y gestos. Es muy importante recordar que, cuando el lenguaje está francamente alterado, a menudo, la conducta es una forma de comunicación de necesidades personales no cubiertas. Cuando la persona muestra dificultades para comprender lo que se le pide, a menudo tiene suficiente con que se le repita la frase de manera simple, puesto que una causa frecuente son los problemas de atención y de memoria. Si, aun así, no parece comprenderlo, es necesario intentar darle la misma instrucción tal vez acompañada de gestos o imágenes. Y, lo que es fundamental, con mucha paciencia, comprensión y gran afecto.
Adaptación y apoyo: las claves para afrontar las alteraciones de conducta
Las respuestas que se obtengan a las estrategias para manejar las alteraciones de conducta pueden ser diversas, según los factores que estén influyendo y la progresión natural de la enfermedad. Además, lo que funciona hoy podría no funcionar mañana, por lo que es importante irse adaptando a los cambios que se produzcan y ser creativo y flexible a la hora de actuar.
Hay que tener también en cuenta que, a pesar de todas las medidas que tomemos, es importante saber reconocer cuándo las necesidades de atención y cuidado de nuestro ser querido exceden a nuestras posibilidades. Llegados a este punto, hay que considerar la posibilidad de pedir ayuda dentro de la familia o buscar apoyo en recursos externos.
Publicado originalmente el 2 de julio de 2020, actualizado el 25 de marzo de 2025.