El envejecimiento cerebral: qué es y por qué no es solo una cuestión de edad

El envejecimiento cerebral: qué es y por qué no es solo una cuestión de edad

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14 julio, 2025
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    El envejecimiento cerebral es un proceso complejo y multifactorial que forma parte natural de la vida. Sin embargo, el cerebro mantiene una notable capacidad de adaptación a lo largo del tiempo. En las últimas décadas, los avances en neurociencia han permitido entender mejor los cambios que acompañan al paso de los años, tanto a nivel estructural como funcional, y distinguir entre lo que forma parte del envejecimiento cerebral típico y los signos que podrían indicar el inicio de una enfermedad neurodegenerativa.

    Esta comprensión más matizada del envejecimiento del cerebro ha abierto la puerta a nuevas estrategias para promover su salud. Sabemos que factores como la actividad cognitiva, el estilo de vida, las relaciones sociales o incluso la calidad de la educación a lo largo de la vida tienen un impacto directo en la trayectoria del cerebro al envejecer. Por lo tanto, el envejecimiento cerebral puede modularse y esa es una de las grandes noticias que nos dejan los avances científicos.

    Principales rasgos del envejecimiento cerebral

    A lo largo de la vida, el cerebro humano se transforma, tanto en su estructura como en su funcionamiento. Estos cambios forman parte del envejecimiento cerebral, un proceso natural, pero no uniforme, ya que varía notablemente de una persona a otra. La combinación de factores genéticos, ambientales, condiciones de salud y estilo de vida influye en la forma en que se manifiestan estos cambios, que han podido estudiarse gracias al avance de técnicas como la neuroimagen y la investigación neurobiológica.

    Cambios estructurales

    • Aumento del tamaño ventricular. El envejecimiento suele ir acompañado de una reducción del volumen cerebral, especialmente en la corteza prefrontal, el hipocampo y otras áreas asociadas a la memoria y la toma de decisiones. Esta atrofia progresiva de los tejidos se manifiesta en la dilatación de los ventrículos cerebrales —las cavidades internas que contienen líquido cefalorraquídeo—, un fenómeno que se puede observar incluso en personas sin deterioro cognitivo.
    • Cambios en la materia gris y blanca. La materia gris, rica en cuerpos neuronales, y la materia blanca, compuesta por fibras nerviosas recubiertas de mielina, muestran un adelgazamiento con la edad. Esta pérdida se asocia a una disminución de la conectividad funcional entre regiones cerebrales distantes, lo que puede repercutir en funciones como la atención, la velocidad de procesamiento o la memoria de trabajo. La degradación de la mielina en la sustancia blanca, en particular, afecta a la velocidad de transmisión de señales nerviosas y se ha relacionado con un peor rendimiento cognitivo.

    Cambios funcionales y celulares

    • Reducción de la eficiencia sináptica. Aunque el número de neuronas se mantiene relativamente estable en muchas zonas del cerebro, sí disminuyen la densidad y la complejidad de sus conexiones. Esta menor conectividad sináptica y dendrítica limita la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse ante los cambios, lo que puede influir en el rendimiento cognitivo.
    • Alteraciones neuroquímicas. Con el paso del tiempo, descienden los niveles de neurotransmisores como la dopamina, la serotonina o la acetilcolina. Estos cambios pueden afectar a funciones como la memoria, la atención, la regulación emocional o el control motor. 
    • Disminución del flujo sanguíneo cerebral y aumento de la neuroinflamación. El envejecimiento se asocia a una menor perfusión cerebral, relacionada con cambios en los vasos sanguíneos y con una mayor presencia de microlesiones vasculares. Además, se observa una activación mantenida del sistema inmunitario del sistema nervioso central, lo que puede favorecer procesos inflamatorios crónicos con implicaciones neurodegenerativas.

    Pese a la magnitud de estos cambios, no todos conducen a un deterioro cognitivo significativo. De hecho, muchas personas mayores mantienen intactas sus capacidades intelectuales gracias a mecanismos como la reserva cognitiva y la neuroplasticidad, que actúan como amortiguadores ante el desgaste natural del cerebro. 

    El modo en que se produce el envejecimiento cerebral en cada persona depende, en gran medida, de cómo haya estimulado su cerebro a lo largo de la vida: desde la educación recibida hasta los hábitos de salud, la actividad física,  la salud cardiovascular o la calidad de las relaciones sociales.

    ¿Por qué el envejecimiento cerebral varía tanto entre personas?

    Aunque el envejecimiento es un proceso universal, no todos los cerebros envejecen del mismo modo. La neuroimagen ha permitido observar una gran variabilidad de cambios cerebrales entre personas: mientras algunas presentan una estructura cerebral preservada incluso en edades avanzadas, otras muestran signos evidentes de atrofia, como la reducción de volumen en determinadas regiones o el aumento del tamaño ventricular.

    Esta heterogeneidad responde a una interacción compleja entre factores genéticos, ambientales y de estilo de vida. Uno de los conceptos clave para entender esta variabilidad es la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para adaptarse a nuevas situaciones, reorganizar sus conexiones y compensar posibles pérdidas funcionales. Lejos de desaparecer con los años, esta capacidad puede mantenerse activa si se favorece el entorno adecuado.

    Numerosos estudios han demostrado que aspectos como la educación, la actividad física regular, la estimulación cognitiva, el contacto social y el bienestar emocional tienen un papel modulador sobre los efectos del envejecimiento cerebral y el envejecimiento cognitivo. Por ejemplo, vivir en entornos enriquecidos en cuanto a estímulos físicos, intelectuales y sociales podrían incluso inducir cambios positivos a nivel molecular, según han mostrado algunos estudios que han permitido observar un efecto de "rejuvenecimiento cerebral" en modelos animales expuestos a este tipo de estímulos.

    En definitiva, el cerebro envejece, pero lo hace de forma distinta en cada persona. Y, si bien no podemos detener el paso del tiempo, sí podemos influir en cómo afecta a nuestro cerebro.

    ¿Cómo promover un envejecimiento cerebral saludable?

    El envejecimiento cerebral no es un proceso inalterable. Cada vez hay más consenso científico en que mantener la salud del cerebro depende tanto de factores biológicos como de decisiones personales, estilos de vida y condiciones sociales. Esta visión más activa y preventiva durante el envejecimiento ha dado lugar a nuevas estrategias centradas en preservar la estructura y función cerebral a lo largo del tiempo.

    Uno de los estudios más influyentes en la promoción de la salud cerebral es el ensayo clínico FINGER (Finnish Geriatric Intervention Study to Prevent Cognitive Impairment and Disability), realizado en Finlandia. Este estudio demostró que una intervención combinada, centrada en la alimentación, la actividad física, la estimulación cognitiva y el control de factores de riesgo vascular, podía mantener o incluso mejorar la función cognitiva en personas mayores con mayor riesgo de deterioro. A partir de sus resultados, se ha impulsado la red internacional World-Wide FINGERS, que adapta este enfoque a distintos países y contextos culturales, incluido el español.

    Se han identificado una serie de factores modificables, cuya influencia puede comenzar desde edades tempranas y prolongarse durante toda la vida. Intervenir sobre ellos permite no solo ralentizar el declive funcional asociado a la edad, sino también fortalecer la resiliencia del cerebro frente a posibles enfermedades neurodegenerativas.

     

    Factores clave para mantener la salud cerebral

    • Alimentación saludable. Seguir una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado azul y aceite de oliva virgen extra, aporta nutrientes esenciales para el funcionamiento neuronal. Evitar el exceso de sal, azúcar y alimentos ultraprocesados también ayuda a prevenir factores de riesgo vascular.
    • Actividad física regular. El ejercicio físico favorece el flujo sanguíneo cerebral, estimula la neurogénesis y mejora el estado de ánimo. Se recomienda combinar actividad aeróbica (caminar, nadar, bailar) con ejercicios de fuerza adaptados a la edad y la condición física.
    • Calidad del sueño. Dormir entre siete y nueve horas diarias es fundamental para la consolidación de la memoria y la eliminación de residuos metabólicos en el cerebro. Trastornos como el insomnio o la apnea del sueño deben tratarse adecuadamente.
    • Cuidado de la salud cardiovascular y metabólica. Controlar la tensión arterial, el colesterol y la glucosa en sangre reduce el riesgo de microinfartos, lesiones en la materia blanca y atrofia cerebral. Estos factores, si se identifican y tratan a tiempo, pueden frenar la progresión de daño cerebral silencioso.
    • Evitar tóxicos. El consumo de tabaco, alcohol y otras sustancias se asocia a un mayor riesgo de deterioro cognitivo, tanto por su impacto vascular como por su efecto directo sobre las neuronas.
    • Bienestar emocional. La depresión, el estrés crónico y el aislamiento social pueden afectar negativamente al cerebro. Mantener vínculos sociales significativos, participar en actividades comunitarias y cuidar la salud mental son medidas protectoras importantes.
    • Entorno y medio ambiente. La exposición prolongada a contaminantes ambientales también puede influir en la salud cerebral. Minimizar el contacto con sustancias tóxicas y favorecer entornos saludables es una estrategia que involucra tanto a las personas de manera individual como a la sociedad.
    • Estimulación cognitiva y educación formal. Aprender cosas nuevas, leer, resolver problemas, mantener conversaciones y desarrollar actividades creativas son formas eficaces de ejercitar el cerebro. La educación a lo largo de la vida no solo enriquece, también protege.

    Cómo promover un envejecimiento cerebral saludable: algunas claves 

    Envejecer no es sinónimo de enfermar. El envejecimiento cerebral forma parte del curso natural de la vida y, aunque implica ciertos cambios en la estructura y función del cerebro, no necesariamente conlleva un deterioro cognitivo significativo ni el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

    La ciencia ha puesto de manifiesto que no existe un único patrón de envejecimiento cerebral. Cada persona sigue su propia trayectoria, moldeada por factores genéticos, experiencias vitales, nivel educativo, estilo de vida, salud emocional y contexto social. Esta diversidad individual es una oportunidad: significa que, en muchos casos, podemos intervenir para favorecer un envejecimiento más saludable.

    Las estrategias que promueven la salud cerebral, como la alimentación equilibrada, el ejercicio regular, la estimulación cognitiva, el descanso adecuado, la socialización o la gestión del estrés, no solo benefician al cerebro, sino que mejoran la calidad de vida global. Y lo hacen a lo largo de todas las etapas vitales, desde la infancia hasta la vejez.

    Promover un envejecimiento cerebral saludable no es únicamente una tarea individual. Requiere del compromiso conjunto de la ciudadanía, de los equipos médicos y científicos, de las instituciones públicas y privadas, y de una sociedad que valore la salud del cerebro como un pilar fundamental del bienestar. La investigación sigue avanzando, y con ella, también la esperanza de que podamos vivir más años, pero sobre todo, vivirlos mejor.

     

    Referencias y enlaces de interés

    • Fernández Viadero C, Verduga Vélez R, Crespo Santiago D. Patrones de envejecimiento cerebral. Rev Esp Geriatr Gerontol. 2017;52(Supl 1):7-14.
    • Pérez, R.F., Tezanos, P., Peñarroya, A. et al. A multiomic atlas of the aging hippocampus reveals molecular changes in response to environmental enrichment. Nat Commun 2024; 15, 5829. 
    • Rosenberg A, Mangialasche F, Ngandu T, Solomon A, Kivipelto M. Multidomain Interventions to Prevent Cognitive Impairment, Alzheimer's Disease, and Dementia: From FINGER to World-Wide FINGERS. J Prev Alzheimers Dis. 2020;7(1):29-36. 
    • Sociedad Española de Neurología (2024). Informe sobre la relación entre las enfermedades neurológicas y la salud cerebral

     

     

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